Con 14 años y unos pantalones bombachos que se arremangaba, Elia Amieiro Gómez rompió con los estereotipos y las convenciones cuando se lanzó a correr en unos años, en la dictadura franquista, en los que ver a una mujer haciendo atletismo era visto casi como una aberración. Y no solo era buena sino que con 19 años se convirtió en la primera plusmarquista española en 1.500 metros lisos, fue el primer récord femenino en España en esta modalidad, con un tiempo de cuatro minutos y cincuenta y dos segundos.

"Yo nací en una pequeña aldea de Mondoñedo y luego mis padres se trasladaron a As Pontes. Éramos una familia humilde, no teníamos teléfono en casa, y cuando empecé a ir a las competiciones, ¿sabes lo que era para mis padres, una chica sola viajando en un autobús en aquellos años, durmiendo fuera, a veces tardaba una semana en volver y ellos sin saber nada de mí? Tengo que agradecerle mucho a mis padres su valentía de dejarme ir a las competiciones y entrenar, una chica sola. En la empresa a mi padre, sus compañeros le decían ¿y qué hace tu hija por ahí? Y sé que en el pueblo me criticaban... pero éramos jóvenes, hacíamos lo que nos gustaba y ni nos afectaba", cuenta esta vecina de Santa Cruz de 68 años de personalidad deslumbrante.

El nombre de Elia Amieiro salió en decenas de artículos de prensa y también en televisión en los años sesenta. En 1969 no solo fue la primera campeona de España sino que el 24 de febrero de ese año fue portada del periódico Faro de Vigo (bajo la dirección del gran Álvaro Cunqueiro): con el titular Campeones Gallegos de Campo a Través aparecía la fotografía de Elia junto a la de tres hombres.

Amieiro pertenece al grupo de mujeres atletas pioneras de A Coruña, que tienen un grupo de WhatsApp mediante el que conversan, quedan para tomar café o cenar y para comentar las competiciones, como los recientes Mundiales en Pista Cubierta de Birmingham ("qué injusto lo de Husillos", comenta en referencia a la descalificación del corredor por pisar apenas unos milímetros de la calle contigua).

"En A Coruña estaba Margarita Dans, Natacha Astray, Nela Souto, Finita Calviño, Mari Lista, María José Álvarez, María Luisa Arias, María Luisa Armesto, Ana Herrero, Conchi Pellicer, Estrellita Salvadores, Antonia...Yo las tenía como modelo a seguir, habían ido ya a campeonatos nacionales", relata.

Ella comenzó a correr con 14 años en As Pontes gracias a la antigua empresa nacional Calvo Sotelo que patrocinó una carrera. "Un hombre de la empresa, Rodolfo Yebra, fue el que la organizó después de que una chica hablase de crear un equipo de atletismo. No teníamos ni zapatillas ni chándal adecuado... Empezamos mogollón pero había que entrenar y al final quedamos un grupo y él nos llevó a las pistas de Riazor, que para nosotros era lo más. Al señor Rodolfo tengo que agradecerle muchísimo, sin él mi vida habría sido totalmente distinta, nunca habría hecho atletismo".

Una vez en A Coruña, la cogió uno de los entrenadores de la época, "el señor Rascado", y después ya entró en el club de atletismo del Real Club Deportivo. Empezó como corredora de cross, campo a través, en 1965. En su primera carrera quedó tercera y la seleccionaron para los Primeros Campeonatos de España de Cross Femenino, junto a Nela Souto y Esther Rey de Ferrol. Quedaron campeonas de España por equipos tres años seguidos. Tras el cross se inició en carreras en pista y quedó segunda en el Campeonato de España en pista cubierta. Entrenaba todos los días, hora y media, solo descansaba los domingos, y lo compatibilizaba con sus estudios de bachiller en el instituto Eusebio da Guarda. "Y sin equipación adecuada, sin pasar controles médicos, si te lesionabas a esperar y ya está... Te mandaban a correr y listo".

En 1967 ganó el Campeonato de España de Pedrestrismo celebrado en Valladolid y de nuevo su imagen salió en todos los periódicos. También salía en la prensa de fuera del país, como cuando disputó una competición en Lisboa. "De eso tengo una anécdota. Viajamos a Madrid y de ahí en tren a Lisboa. Yo no tenía pasaporte, antes para que te lo diesen, además de la autorización del padre, había que hacer un servicio social que eran varios meses y dar unas clases...no había tiempo. Una compañera me dejó el suyo, María José Álvarez. En el tren éramos chicas de toda España, seleccionadas, todas con el chándal rojo con raya amarilla y el escudo. Y llegó un policía secreto. Revisó todos los pasaportes pero no dijo nada. María José y yo ni éramos parecidas", comenta entre risas.

Esta pionera del atletismo femenino recuerda bien los avatares de sus inicios en unas instalaciones del Deportivo no preparadas para la llegada de la mujer. "Nuestro vestuario era un caseto con dos duchas con bombona de gas, un ventanuco y unas taquillas. Allí colgábamos el chándal a secar, solo teníamos uno. Nos dejaban entrenar en las pistas de Riazor, pero solo por la banda de fuera porque tenían miedo de que estropeásemos el campo, incluso llegaron a poner un cordoncito bordeando la banda para que no nos acercáramos. En Semana Santa no se podía correr, pero el entrenador nos dejaba las llaves, nos cambiámos en Riazor e íbamos con los chicos a correr hasta O Portiño. La gente nos decía de todo, esas cabras locas y con chicos", rememora.

Un periódico de la época le hizo una entrevista tras establecer el primer récord de España femenino en el 69 y ya despuntó su personalidad reivindicativa y su pasión por el atletismo: pedía un terreno adecuado donde entrenar, un gimnasio y "vestuarios dignos". Elia dejó el atletismo en el 69 tras establecer su récord. "Como muchas, cogí novio atleta también, me casé, empecé a trabajar, compramos un piso, luego vinieron los hijos...".

"¿Qué me ha dado el atletismo? Primero, viajar. Yo era de una aldea, no había ido a ningún sitio. Me dio conocimientos, me abrió la mente.También la posibilidad de compartir experiencias con otras personas de tu edad, el compañerismo, y sobre todo la superación. El reto de superarme a mí misma, como persona y como mujer. Aquellos años fueron maravillosos".

"Espero que llegue el día que no tengamos que celebrar el Día de la Mujer ni contra la Violencia de Género. Hay que inculcar la igualdad en la Educación, es fundamental tratar igual a los niños y a las niñas".