El viento racheado. Esa fue la causa de que el globo de papel más grande del mundo no pudiera alzar el vuelo la noche del pasado jueves en Betanzos. El portavoz de la familia de creadores del artefacto, Emilio Pita, asegura que las rachas de viento son "tremendas para el papel" y que ante esa circunstancia "no se puede hacer nada".

"El viento trabajaba mucho, ya lo notamos en cuanto izamos el globo. Vino una racha de un lado e inmediatamente otra en la otra dirección, y lo rompieron", cuenta Emilio Pita. "Era viento racheado, no continuo, y eso es tremendo para el papel. No hay nada que hacer, asumirlo y nada más", afirma.

Aunque "triste", Emilio Pita aseguró ayer, a la mañana siguiente del disgusto que, "dentro de lo malo", celebraba el que no se hubieran registrado heridos. En los primeros momentos tras la caída del globo, cuya parte inferior prendió y fue apagada por efectivos de seguridad en el acto, algunos de los miles de ojos que esperaban el vuelo del globo temieron que hubiese daños personales. No los hubo, más allá de la tristeza de numerosos presentes, en especial las cerca de doscientas personas que trabajaban para conseguir que el aerostato surcara los cielos, como cada año sin excepción desde la década de los sesenta. Cuentan testigos que "lo siento" fueron las primeras palabras de Francisco Pita -también de la familia de creadores- cuando, entre lágrimas, sacó la cabeza de las entrañas del más betanceiro de los símbolos, que cada año ayuda a hinchar al encargarse, junto a su padre, del fuego que lo alimenta.

La rotura del globo frustró su vuelo por primera vez en 54 años. En los sesenta, el vuelo salió mal tres años de cuatro, recuerda Emilio Pita. "Una vez la barquilla se enganchó en un balcón y otra, se rompió porque era un papel muy malo, eran los años sesenta", recuerda, y confía en que el próximo año el globo vuelva a volar.