"Los gitanillos, siempre perseguidos, nunca hemos tenido un techo para vivir, y tira por los lugares, sin saber a dónde ir". Parte de esta canción de Vicente Castro, Parrita, fue interpretada por Ángel y Johny el pasado 19 de agosto, Día da Galiza Mártir, a la sombra de los plátanos que rodean el adro de la iglesia de Liáns, en homenaje a tres de sus familiares enterrados allí después de ser asesinados durante la dictadura franquista. Fue la primera vez que el BNG de Oleiros celebró esta conmemoración fuera de Nós, pero la ocasión lo justificaba y el acto reunió un gran número de personas y a una incontenible emoción. Por primera vez, públicamente, se recordaba que el pueblo gitano también fue paseado. También se aclaró uno de los misterios sobre los tres gitanos que están enterrados en un lateral de la iglesia, dónde se daba sepultura a los más inocentes, a los niños.

Porque Antonio Montoya Camacho tenía 16 años y Manuel Giménez Montoya 14, eran niños cuando junto a Antonio Camacho Lovato de 45, fueron asesinados de un tiro. Fue en Montrove, cerca de donde estuvo el colegio Videlba, el 30 de septiembre de 1936. Dislocación del tejido cerebral y hemorragia meníngea, pusieron en los partes en el registro civil. Todos eran cesteros. Gracias a uno de sus familiares, Diego Montoya, llamado Gallego, en ese acto se aclaró que eran tres y no cuatro los fallecidos. Se salvó el padre de Diego "porque a un Guardia Civil se le encasquilló la escopeta".

Diego Montoya explicó en este homenaje que era sobrino de Antonio Montoya Camacho. Su padre, que falleció hace poco, le contó muchas veces, llorando, que vio cómo mataron a su hermano delante de él.

"Eran cuatro, mataron a tres y mi padre pudo escapar al encasquillársele la escopeta. Estuvo tres días debajo de una roca, luego se vino a Montrove de nuevo, el cura lo tuvo cuatro días escondido. Un día la Guardia Civil fue a donde estaba el cura, éste le avisó, lo echó por la ventana de atrás. Siguieron buscándolo. Él se hizo pasar por su hermano muerto, dio el mismo nombre. Mi padre lo pasó muy mal. Luego se les pudo enterrar, aunque no les dejaban en el cementerio. Él llevó siempre la muerte de su hermano en la memoria", relató un emocionado Diego Montoya, vecino de Cambre. En Montrove aún queda también familia de las víctimas.

Al acto de homenaje, además de una importante representación del pueblo gitano y de Secretariado Gitano, acudió el escritor Manolo Rivas, que recitó el poema que le dedicó, cuando nadie se acordaba de ellos, a los gitanos cesteros de Montrove asesinados, y que forma parte de su libro A boca da terra (2015). "Son as follas a pousar nos nomes, os osos de vimbio dos nomes", son dos de sus versos.

Tanto Diego Montoya como otros familiares y los responsables de la Fundación Secretariado Gitano mostraron su gran agradecimiento por este homenaje, por acordarse de estos inocentes, en un acto público en el que hubo muchas lágrimas y en el que, junto a la bandera gitana, el padre de Diego se habría sentido orgulloso y reconfortado.