En Sada fue famoso durante un tiempo Boby, un jabalí que de noche se paseaba feliz y confiado por todo el casco urbano. En Oleiros son muchos los vecinos que hace tiempo que bautizaron a un ejemplar de grandes dimensiones con el nombre de Manolo, y que suele ir acompañado de otro más pequeño. Que se les ponga nombre ya denota que su presencia ya es más que cotidiana. Manolo y su compañero, junto con otro grupo de jabalíes, se escaparon de dos fincas distintas donde eran criados en cautividad. Estos animales acostumbrados a la presencia cercana de humanos, pueden ser los que en estos últimos dos meses se dedican a horadar las zonas ajardinadas, glorietas y parques de Santa Cristina, Bastiagueiro y Beiramar, entre otros, para comer las lombrices. De noche recorren grandes distancias y los mismos ejemplares pueden ser vistos y actuar en distintas parroquias. Se hicieron varias batidas pero el alcalde ha reclamado más e incluso se ensayó una cacería con arco y flechas en zona urbana, que fue un fracaso.

En relación al jabalí solo se habla de cacerías, los daños que genera, que causa un gran número de accidentes de tráfico o cómo hacer para que cause el menor daño posible al vehículo. Pero su presencia cada vez mayor en las zonas urbanas solo es un síntoma de una carencia que nadie se molesta en analizar ni para la que se toman medidas.

"Existe un abandono generalizado del campo, no se trabajan las tierras y crece la superficie de matorral y aumenta esta especie que con un año ya puede criar y parir seis o siete ejemplares. Hay un repunte de jabalí y de corzo mientras hay un retroceso de perdices, conejos, liebres, es la sucesión ecológica. En los años setenta y ochenta en Galicia no veías un jabalí, a lo mejor en Os Ancares. Es un hecho que está sucediendo en toda Europa. En las zonas urbanas tiene tranquilidad, en algunos lugares, como sucedió en una zona de Barcelona, incluso le echaban de comer, y si se los acostumbra pierde respeto al humano", explica el biólogo Francisco Carro, que trabaja en la estación biológica del Parque Nacional de Doñana, donde también estudian, entre otros, al jabalí.

Francisco Carro destaca dónde está el principal problema: no existe ningún trabajo científico o técnico sobre el jabalí. "Lo primero en Galicia es saber qué está pasando, antes de actuar. ¿Realmente hay un aumento tan grande como parece? Y si es así, cuántos ejemplares, dónde, por qué... Existe una falta de conocimiento total, no se ha estudiado ni hecho un seguimiento para luego implantar una estrategia. La Xunta debería haberlo hecho", asegura. Si el plumacho campaba a sus anchas mientras Oleiros llevaba tiempo alertando de su presencia, y lo mismo sucedió con la avispa asiática, que no se le dio importancia real hasta que empezaron las primeras muertes por reacción alérgica, lo mismo ocurre con el jabalí, "porque no existe ningún tipo de política medioambiental del Gobierno gallego", según destaca Carro.

"En Andalucía existe una empresa que pertenece a la Junta y que hace censos, seguimientos de la fauna salvaje. En Galicia no hay nada similar", añade este biólogo. El cambio climático, el abandono del rural, son temas que tienen consecuencias complejas en el medio ambiente y hay que estudiarlas para no sufrir las consecuencias.

Naturalistas de la comarca coruñesa que han empezado a estudiar este fenómeno del jabalí en áreas urbanas, que también ha generado problemas en otros países, coinciden en señalar que es una especie que "ha recuperado territorio" en toda Europa, hasta convertirse en urbana. "Merecería un estudio en serio realizado por expertos, biólogos especialistas en fauna y conservación", subrayan.

Estos expertos alertan también de que en la vía ártabra y otras carreteras que conectan con ésta (donde también se han avistado jabalíes por la calzada) se debería de tener en cuenta el paso de fauna, manteniendo las puertas que existen actualmente para que salgan animales grandes que se meten en la vía y sobre todo "instalando un tipo de señalización que ya se ha colocado en zonas de Lugo y en Alemania por ejemplo, señales lumínicas de suelo que evitan que especies salvajes entren por rotondas y carriles de entrada o salida".

Estas son medidas preventivas que pueden tomarse, aunque la opción más fácil es reclamar batidas, aunque en zonas urbanas o cerca de carreteras no pueden llevarse a cabo. "Si autorizas batidas y matas mucho juvenil, los animales compensan criando más.

Habría que matar un porcentaje de machos y un porcentaje de hembras y de distintas edades. Siempre estudiando la situación", recalca Francisco Carro. Las batidas de cazadores además ayudan a desplazar a los animales, y muchos, asustados entran en carreteras e incluso en las autopistas.

Carro también subraya otro elemento que no se tiene en cuenta en relación al jabalí y que sí podría generar un problema mucho mayor: "El jabalí es reservorio de la peste porcina, hay gente que mueve jabalíes para la caza, y éstos podrían tener la peste y eso sí que significaría un problema importante aquí".