La cocina ha evolucionado en los últimos años. No solo las creaciones sino todo lo que le rodea. Hasta el menaje tiene un papel importante en el mundo gastronómico. La artesana Laura Delgado, que tiene su taller en Cambre, lo sabe bien. Ha creado platos para cocineros como Pepe Solla, Lucía Freitas, Jorge Gago y Juan Crujeiras. "Todas las piezas, aunque el diseño sea igual, son diferentes porque están hechas a mano", cuenta.

Lleva una temporada realizando estas colaboraciones que la ilusionan y retan por igual. "No es un proceso industrial, cada pieza se puede personalizar así que cada uno me ha pedido una cosa", explica. Freitas adquirió platos "que ya estaban hechos" mientras que Solla le dio "manga ancha" para crear. "Lo de Gago fue más personal, me dijo exactamente lo que quería mientras que Crujeiras -del restaurante Bido, en A Coruña- fue más específico y se llevó algunos que ya tenía en el taller", desvela.

Ahora sus creaciones se pueden encontrar en los restaurantes. Los platos pasan a ser una parte de la comida. "A veces se les rompen y no los tiran. Los utilizan para otras elaboraciones. Los cocineros valoran mucho el producto que tienen y no todos los platos valen para todas las comidas", explica la artesana, que tiene su taller en Cambre desde hace poco más de dos años. Antes tenía otro de reproducciones arqueológicas. "Una experiencia más", agrega.

Laura Delgado forma parte de un programa de la Xunta que impulsa la artesanía gallega. "Creo que es una iniciativa fantástica porque es importante darle oportunidades a la artesanía y la restauración", comenta. Desde agosto, además, cuenta con un aprendiz que intenta adaptarse al trabajo del taller. "Ya tenía conocimientos cerámicos pero no tienen nada que ver la formación teórica con el mundo real. Esto es otro ritmo", expresa, y añade que para ella supone "una ayuda".

La artesana entiende, no obstante, que es una forma "muy bruta" de entrar en el mundo profesional. "Trabaja como una loca desde el primer día. Es muy diferente a lo que cualquiera puede imaginarse", detalla. Pero tiene su parte positiva. Delgado lleva trabajando muchos años y, por temporadas, se ha estancado en "ensayos y errores". "Con esta experiencia, creo que ahorro muchos ensayos y errores a la aprendiz", opina. La estancia deber ser, como mínimo, de seis meses y puede prolongarse hasta un año. "Es una buena experiencia", concluye.