La construcción de un complejo residencial-deportivo tiene sus contrastes. Se arrasa un bosque y se talan árboles casi centenarios de un paseo singular mientras que se conservan los que son útiles, los de pequeño porte que adornarán el campo de juego, entre lagos, bancos de arena y el green. Dentro del futuro campo de golf ahora mismo en plena ejecución, también se conservan los que están al borde de los regatos que atraviesan el sector, por ser obligatorio por ley, al ser vegetación de ribera.