Los superhéroes en el día a día son tímidos y pasan desapercibidos, es difícil descubrirlos. Fran Amor, con 17 años, lucha contra una enfermedad rara que le va reduciendo la vista progresivamente, lucha contra la Administración que le pone trabas, lucha por tener las mismas oportunidades que los demás y poder licenciarse en Psicología para "ayudar a los demás" y sobre todo luchó contra una grave situación de acoso en su instituto que pudo terminar muy mal.

Fran Amor, que nació con una enfermedad rara, sin iris en los ojos, no cuenta nada del acoso escolar que sufrió. Solo dice que sus profesores "generalmente" le ayudan para que pueda seguir las clases, en las que necesita una lupa y fotocopias a gran tamaño. Su madre, Sandra Llopis, cuenta lo que pasó.

"Estaba en tercero de ESO. Nos llamaron un día del instituto María Casares, habían pegado un puñetazo a Fran en el ojo y le dañaron la córnea. Fue al centro de salud y el mismo centro presentó la denuncia. Al chico que le pegó le condenaron a pagar unas nuevas gafas y cien euros de daños. Las notas bajaron de 8 a 2, no sabíamos qué pasaba, él no nos decía nada, pero le insultaban y le pegaban, no iba al baño por miedo a que lo cogieran allí. Fueron unos estudiantes mayores, de Bachillerato, los que denunciaron el acoso ante la dirección. Fran no podía hablar, me escribió una carta contándomelo todo, que no valía la pena en este mundo... Pero lo superó, es muy fuerte, le animamos, le apoyamos. En un mes subieron de nuevo las notas. Lo entiendo bien porque yo, que nací con esta enfermedad hereditaria, la aniridia, también sufrí acoso. En el recreo iba a colaborar al comedor porque allí sabía que estaba a salvo. No tuve ni el apoyo de mi familia, y no quería eso para Fran", dice Sandra.

Tras lograr superar esta situación de acoso, el abuso sobre una persona que además es especialmente vulnerable es fácil para los cobardes, Fran se centró de nuevo en los estudios. "Mi madre siempre me explicó lo que tenía y lo que iba a pasar, tenerlo claro desde el principio te ayuda a no deprimirte y gracias a eso soy la persona que hoy, me ayudó a verlo como una oportunidad de superación y no como un problema grave", afirma Fran Amor, un estudiante de "8 y 9 que se graduó en la ESO con una nota media de 7,5", según apunta su madre.

Este joven tiene un 24% de visión solamente, hace poco que le empeoró, al ser un mal degenerativo. "Antes llevaba gafas y lupa y con eso era capaz de leer la letra pequeña, por ejemplo de un diccionario. Pero ahora ya no, su vista ya no gradúa, ve lo mismo con gafa de aumento que sin ella. Las lleva para reducir el impacto de radiación solar, porque al no tener iris ni él ni yo tenemos protección, nos da de lleno, tenemos que ir con gafas de sol o gorra al tener fotofobia grave" cuenta Sandra Llopis.

Esa poca visión que tiene Fran además no es clara, sino distorsionada, no ve con nitidez, confunde letras y números, le cuesta ver los relieves, los cambios de rasante o bordillos de una acera. Tiene catarata en el ojo izquierdo "pero aún no está para operar", apunta Fran, un chico que tiene que esforzarse el triple para sacar buenas notas y para practicar deportes que le gustan como el atletismo, en el que desde los 6 años hasta ahora ha logrado 56 medallas y trofeos. "Voy con mi padre a recorrer el circuito antes, caminamos y lo memorizo, donde hay baches...", explica.

Sandra Llopis fue la primera persona de España en ser operada para ponerle un iris artificial (lleva trece operaciones, tiene una córnea de titanio y solo un 8% de visión). Al conocer su caso la llamó una familia de Pamplona con una hija en la misma situación y se hicieron amigos. Esa hija estudió fisioterapia y hoy, con la misma visión que Fran, trabaja en su vocación y es un ejemplo que quiere seguir este estudiante.

La pasada semana le caducó el certificado de discapacidad, porque tiene que renovarlo cada año, no le han dado una minusvalía con carácter definitivo. "A mi madre le dieron la definitiva desde el primer momento, no sé por qué esta diferencia si tenemos lo mismo, es una enfermedad hereditaria", precisa.

La familia batalla con la Xunta para que sea un diagnóstico definitivo y con la definición exacta, aniridia bilateral completa, en lugar de "trastorno del iris" como le dictaminaron, ya que esta diferencia le implica no tener un derecho a pensión ni a mayores becas. También llevan años peleando para que le aumenten la discapacidad del 58% reconocido a más del 70% que le diagnostican los oftalmólogos.

"A la Xunta le diría que entiendo que alguien se puede equivocar en el diagnóstico y que a las personas les cuesta reconocer su error. Pero si llevas años reclamando, tendrían que ver que no es por gusto o por entretenernos, solo queremos que reconozcan la realidad", explica Fran Amor.

"Yo nunca le hice ver la enfermedad como una desgracia, siempre le dije que podía conseguir todo lo que quisiese solo que con más esfuerzo, pero que él no era menos que nadie. Yo no tuve apoyo de nadie, luché sola, pero mi hijo siempre nos ha tenido a nosotros", subraya Sandra.