La DP-5812, bautizada durante el franquismo como la carretera del Caudillo, se llenó ayer de lemas, pancartas y banderas para reclamar la devolución del pazo de Meirás. Las consignas fueron prácticamente las mismas que resonaron en esa misma vía hace ya trece años, durante la primera marcha para reivindicar la entrega de este inmueble, que fue adquirido con suscripciones populares en muchos casos forzosas y mantenido con fondos públicos durante toda la dictadura.

El pazo es del pueblo, no del dictador o devolución, solución fueron dos de las consignas que corearon las cerca de cuatrocientas personas que participaron ayer en la quinta marcha para reivindicar el fin de estas "nueve hectáreas de impunidad franquista".

La caminata de cinco kilómetros, convocada por más de treinta colectivos, fue la más multitudinaria de las celebradas hasta ahora y reunió a veteranos activistas de la memoria histórica y a representantes de todos los partidos de la izquierda. Destacados integrantes de BNG, En Marea, PSOE, EU, Anova, Sadamaioría, Alternativa dos Veciños y Podemos pusieron rumbo a Meirás para reclamar celeridad y "valentía" al Gobierno para interponer una demanda civil que permita arrebatar a los herederos del dictador esta propiedad, que han puesto a la venta en un portal inmobiliario por ocho millones de euros.

Los encargados de leer el manifiesto fueron el historiador Manuel Pérez Lorenzo, el actor Fernando Morán, la represaliada Celsa Díaz Cabanela y la representante de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica Vanesa Vázquez Outes. En sus intervenciones, repasaron las irregularidades en la adquisición del pazo, incidieron en la existencia de sendos informes de la Xunta Pro Devolución do Pazo de Meirás y de la comisión de expertos de la Xunta que abren la vía a su recuperación mediante una demanda civil del Estado y urgieron a terminar ya con una "anomalía democrática".

El grupo Os Maracos puso la nota de humor. Sus integrantes, caracterizados como Franco, Carmen Polo, un cardenal y la guardia mora ofrecieron a los presentes las llaves del pazo antes de despedirse "hasta la próxima resurrección".