Un edificio que esté pintado con muchos colores, con un patio muy grande, con jardín y árboles, con instrumentos musicales en unas aulas llenas de alegría, orden y paz, con profesores que no griten, que enseñen de formas diferentes y que les hagan las clases divertidas y se esfuercen. Así deben ser las escuelas y los profesores de hoy en día, según afirman los niños de Primaria. Estas reflexiones las plasmaron en cuadros que han expuesto en el edificio de Grao de Terapia Ocupacional, en la Facultad de Ciencias da Saúde del campus de Oza en A Coruña, medio centenar de niños de tercero del colegio Parga Pondal de Santa Cruz en Oleiros, con su profesora Alicia Tojeiro, nominada a mejora profesora de España.

La experiencia fue creativa, reflexiva, divertida, pedagógica e intergeneracional. Los escolares, con ayuda de padres y abuelos, realizaron piezas de papiroflexia y pinzas con mensajes en un taller en un aula de Terapia Ocupacional con ayuda de estudiantes de esta titulación. Después estas piezas las regalaron a cada persona que donaba material escolar (libretas, gomas, lápices), que van entregar a la ONG Ecodesarrollo Gaia para llevar a una escuela en Senegal. En una de las aulas tienen expuestos los bodymaps, cuadros elaborados con todo tipo de material a lo largo del último mes (con lápices, brillantina, corcho, lana, pegatinas). La muestra podrá visitarse este viernes por la tarde.

"En estos cuadros los alumnos han hecho una reflexión de la escuela que ellos quieren y la que tienen, y ver si coinciden, y si no es así, tienen que ver por qué. Es una invitación a pensar. Me ha llamado la atención que piden cosas que nos parecen obvias, como que el profesor no grite", señaló Tojeiro. "Esta actividad es parte del programa Green Campus de la facultad dentro del área de responsabilidad social", señaló la profesora de Terapia Ocupacional Natalia Rivas.

"Es una idea excepcional, unir a los universitarios con los niños, los dos estaban entusiasmados y han aprendido en esta interacción", señalaba ayer Aida Corral, abuela de una de las niñas, Irene Nimo, de 8 años. "Me sorprendió que niños tan pequeños lleguen a reflexiones tan profundas", dijo Sheila Fernández, alumna de Terapia Ocupacional.