A sus 94 años, María Illobre puede presumir de conservar intacta la memoria y su habilidad con las agujas. Esta nonagenaria acaba de ser reconocida como "ejemplo de vida activa" por Afundación. Y no es para menos, a su edad, esta betanceira de mirada despierta y sonrisa perenne dirige un club de la calceta y consigue dejar "pasmados" a los alumnos de Betanzos con sus recuerdos de la escuela.

Maruja, como la conocen sus allegados, es una de las voluntarias del Espazo +60 de Afundación de Betanzos. Este equipo está formado por 25 personas que combaten día a día los estereotipos sobre la vejez. Y lo hacen con su participación en un sinfín de actividades, desde cuentacuentos para los más pequeños a encuentros con los escolares para relatarles sus experiencias en la emigración o la escuela o impartiendo clases de idiomas y manualidades.

Es un grupo heterogéneo pero muy bien avenido. Un "gran puzle" en el que "todos son necesarios", resume Ana Doval, la coordinadora del programa de voluntariado intergeneracional, cultural y educativo de Espazo+60.

Es difícil no contagiarse del entusiasmo de estos voluntarios al escucharles hablar de las actividades que organizan a lo largo del año. "Nos sacrificamos por el beneficio que produce y la satisfacción personal", destaca Teresa Fernández. "Si vieras las caras de los niños...", tercia Alicia García, en alusión a una de las actividades estrella, la de cuentacuentos. Admiten que subirse a escena produce cierto vértigo. "Pero una vez arriba, con tal de ver que lo están pasando bien...", .

No solo representan los cuentos, también diseñan el atrezo y el vestuario "con cosas de casa". Y dan una vuelta al relato, que deja siempre una enseñanza. "Son cuentos con moraleja", resume Encarna Silvent. Los protagonistas tradicionales se transforman para regocijo de los pequeños, que han conocido gracias a ellos a un lobo vegetariano: "De los riquiños".

Fomentar la relación intergeneracional y los valores del esfuerzo, la solidaridad y generosidad son objetivos que consiguen sobre las tablas y también con su participación en el programa Fálame da inmigración. Elías Martínez, Pilar Roel, Isabel Sánchez, José Paz o Antonio Espiñeira comparten con los estudiantes de Betanzos sus experiencias como emigrantes en París, Alemania, Venezuela o alrededor del mundo como cocinero en un barco.

Compartir las vivencias no siempre es fácil, ni para los que emigraron ni para los que vieron partir a sus seres queridos, pero "es muy gratificante", destaca Pilar Roel; "Sorprende el respeto y la atención con la que escuchan", afirma y añade: "Hace que te sientas muy realizada, porque después los alumnos van a sus casas y preguntan a sus familiares por la emigración". José Paz, que emigró a Venezuela con solo 14 años, pone el acento en la "retroalimentación". Ellos aportan experiencia, pero reciben a cambio alegría y esperanza, destaca. Las causas para emigrar ya no son las mismas, sostienen, pero sí la misma necesidad de "adaptarse", recalca José, y de acoger, como destaca Isabel Sánchez.

Elías Martínez es como "un comodín", no solo participa en este programa, también da clases de francés y se atreve con los cuentacuentos. Todos los integrantes de este equipo recibieron la pasada semana un homenaje de Afundación, que reconoció a María Illobre y Marcial Roel como ejemplos de vida activa y a Manuela Álvarez por su fidelidad a este Espazo+60. Un club que desmonta tópicos a diario.