Los trabajadores de Agrodayca SC, una explotación de huerta de la comarca de Betanzos, reanudan todos los días sus tareas con el corazón en un puño, temerosos de que una nueva incursión nocturna de los jabalíes haya dado al traste con otro cultivo. Las correrías de este animal han provocado cuantiosos daños y pérdidas en parte de las 97 fincas que trabaja esta sociedad hortícola, repartidas por los municipios de Coirós, Paderne y Miño.

"Todos los días vemos desaparecer producción", lamenta su responsable, David López Orgeira, que relata que en el último año han dado 16 partes a la Xunta, diez por desperfectos en la misma parcela. Y en algunos casos ya han tirado la toalla. "De esta finca ya no pasamos partes, la damos por perdida", afirma resignado Alejandro García, un técnico de esta explotación que explica que llegaron a replantar hasta en siete ocasiones solo para proporcionar alimento y un campo de juegos a los jabalíes: "Mira, ya tienen hecho el camino", añade al tiempo que señala una estrecha senda que conduce hasta la valla, derribada en un nuevo embestida.

Los responsables de esta sociedad estiman que las pérdidas, solo en dos de las fincas afectadas, supera los 13.000 euros en 2018, a los que habría que sumar las penalizaciones económicas que les aplican las distribuidoras a las que suministran por incumplimiento. La cuantía de los daños es muy superior a la que establece la Xunta en las bases de la convocatoria de ayudas para paliar los desperfectos provocados por los jabalíes, en las que establece un máximo de 1.650 euros.

No solo es insuficiente la ayuda, denuncian, sino que su explotación ya queda excluida al no estar declaradas sus parcelas en el Rexistro de Explotacións Agrarias de Galicia (Reaga), que no recoge a gran parte de las explotaciones gallegas. Denuncian que las indemnizaciones se orientan a perceptores de la PAC y a producciones de autoconsumo y dejan fuera a las explotaciones profesionales de huerta como Agrodayca, que da empleo a nueve personas.

"Y además dejan fuera muchos cultivos, no entra el perejil, acelgas, espinacas, puerros, fresas, judías...", critica David López, que teme que las incursiones constantes del jabalí y las lagunas y trabas administrativas le obliguen a echar el cierre a esta explotación que puso en marcha su madre en 1998. "Seguiremos hasta que el banco diga 'hasta aquí' y ya no nos financie más'", apunta el responsable de esta sociedad que gestiona actualmente 26 hectáreas de terreno.

Los responsables relatan que los daños provocados por los jabalíes se han intensificado en los últimos tres años y advierten de que, de no tomarse medidas, harán "inviable" el trabajo de la huerta: "Esto es seguido, seguido, seguido...".

Ellos tienen claro a qué obedece el incremento de las incursiones de estos animales. "Les quitamos su medio natural, los castaños, carballos..., y de los eucaliptos no se alimentan", incide Alejandro García al tiempo que señala los eucaliptales que rodean las fincas. Combatir su presencia es muy difícil. Esta explotación de huerta está en contacto casi diario con los tecores de la zona para darles cuenta de los daños y dedica cada vez más horas de su jornada a comunicar los incidentes a la Xunta a través del teléfono 012, pero las ayudas se hacen de rogar.

Las batidas, dicen, son insuficientes y las normas administrativas contribuyen a que pierdan efectividad. "El jabalí conoce perfectamente los días de caza", apunta Alejandro García, que destaca además que estos animales "se refugian en zonas en las que no se puede cazar, cerca de las casas".

Los plazos que establece la Administración para comunicar los daños, de solo 72 horas, suponen otra traba más. "Tenemos 97 fincas, no podemos montar guardias, es inviable", incide David López, que se pregunta: "¿Qué hacemos con las fincas que tenemos a más de 15 kilómetros, montamos guardia todos los días".

A las "ilógicas" reclamaciones de orden burocrático se suman los problemas que, lamentan, presentan algunas de las soluciones que plantea la Xunta. Los trabajadores de esta sociedad hortícola apelan, entre otros, a los problemas de funcionamiento de los pastores eléctricos, que son objeto además de robos constantes.

"Te dejan muy vendido", lamenta David López Orgeira, que recalcan que no quieren ayudas, sino una solución que garantice la viabilidad del trabajo de huerta. "Hacen campañas de ven al rural, pero después todo son trabas", lamentan. "Lo que pedimos es que se controle la especie, no queremos ayudas, queremos una solución al problema", recalca.

Los responsables de esta explotación se han puesto en contacto con los alcaldes de la zona y con distintos grupos políticos para trasladarles sus demandas y exigir medidas inmediatas para combatir las constantes incursiones y cambios en las bases de las ayudas para paliar daños y de prevención. Ahora cruzan los dedos para que la Administración mueva ficha.