¿Se puede conducir un coche sin tener brazos? Celia Regueira, una vecina de Arteixo, acaba de demostrar que sí lo es tras obtener el carné de conducir y adaptar un vehículo a sus condiciones físicas. Su historia comenzó en los años 90, cuando se acercó a una autoescuela en A Coruña para preguntar si podía lograr el permiso pese a que había nacido sin extremidades superiores. La respuesta fue negativa, ya que en aquel momento no existía la tecnología necesaria para que ella pudiera manejar un coche. Más de dos décadas después, en 2017, regresó al mismo lugar a plantear la misma pregunta, pero con pocas esperanzas. La respuesta esta vez fue que sí se podía intentar, aunque el camino no iba a ser nada fácil. El pasado mes de enero cumplió su sueño. Superó con éxito el examen práctico y ya pudo utilizar su coche con total normalidad.

“Estoy encantada con el coche. Ahora me puedo mover libremente”, asegura esta mujer, que reside en Santaia, un pequeño núcleo rural de la parroquia arteixán de Chamín. En su zona, el transporte público, del que dependía para casi cualquier traslado, es escaso y el coche le ha cambiado por completo su vida. Ahora puede desplazarse a cualquier lugar en el momento que quiera. Celia Regueira explica que pese a este avance todavía tiene “dificultades” que superar. Aparcar en un parking público es una misión imposible para ella. “No puedo entrar en el aparcamiento porque no puedo coger el tique”, indica.

Esta vecina de Arteixo se examinó en la autoescuela Lespar, ubicada en A Coruña. Su profesor fue Alberto Uzal, que destaca que su alumna tuvo que hacer un importante “esfuerzo económico”, además de superar el examen teórico y el práctico. Celia Regueira tuvo que comprar un coche para poder realizar las prácticas, lo que supone un coste económico enorme sin tener garantizado el carné de conducir. Uzal explica que en este tipo de casos, que son pocos, la gente prefiere no arriesgarse porque “la inversión echa para atrás”.

Celia Regueira siguió para adelante por su cuenta y riesgo. Compró un Audi A1, al que hubo que realizarle muchas adaptaciones, tanto en Alemania como en A Coruña, para que esta mujer pudiera realizar las prácticas. El profesor de la autoescuela señala que al vehículo hubo que modificarle buena parte de los sistemas para que fueran automáticos, ya que a Celia le era imposible utilizarlos debido a que no tiene brazos. Fue el caso de las luces, los limpiaparabrisas, el cierre centralizado, la palanca de cambios (que era la de un vehículo automático) y de los intermitentes. En el volante fue necesaria la instalación de un pomo específico para que Celia pudiese moverlo. También hubo que instalar el doble mando para que el profesor pudiera manejar el coche en las clases prácticas.

Todos los cambios en el vehículo tuvieron que recibir el visto bueno en la Inspección Técnica de Vehículos (ITV). También se hicieron modificaciones en el asiento. “Son pequeños detalles a los que no damos importancia, pero que para ella sí tienen importancia”, argumenta Alberto Uzal. También asegura que este vehículo está totalmente adaptado a esta conductora, con lo que “es un coche que no puede conducir nadie más”.

Una de las peculiaridades de este caso es que hasta la propia responsable de la Dirección General de Tráfico (DGT) en Galicia se interesó por este caso. Celia Regueira relata que le llamó para mantener una reunión cuando llevaba pocos días con las clases prácticas. “Me dijo que iba a ser una más, que no iban a darme el carné por haber comprado el coche”, afirma. Incluso el propio profesor de la autoescuela se vio obligado a solicitar un permiso para que las prácticas se pudiesen realizar en el coche particular de Celia.

Al final, esta mujer logró superar la prueba práctica y logró el carné. En el momento en el que se enteró del resultado quedó “en estado de shock”, según recuerda. “Lo asimilé poco a poco”, señala. El profesor de la autoescuela destaca que su alumna aprobó a la primera tanto la prueba teórica como la práctica. Esta vecina de Arteixo necesitó entre 40 y 50 sesiones prácticas antes de presentarse al examen, que al final superó en el primer intento.

Celia Regueira también quiere mostrar su agradecimiento al comercial de Audi que hizo posible su coche adaptado y al personal de la autoescuela que le ayudó a obtener el permiso de conducir.