El ayuntamiento todavía se llamaba Alvedro y llegaban del Gobierno central vacunas para prevenir enfermedades víricas cuando un concejal consideró que el Concello debía hacerse con un médico municipal. Tras un proceso selectivo, en 1861 el Ayuntamiento contrató a su primer médico titular, como ha documentado el historiador del Concello, Carlos Pereira.

Inició su investigación centrado en el médico Roberto Nóvoa Santos debido a la presentación de Xenio indomable, escrito por Xosé A. Fraga, colaborador de LA OPINIÓN. La madre de Nóvoa Santos era de Vilaboa, explica Pereira, que decidió indagar en la historia de la atención médica del municipio. "Llevaba tiempo con ganas de ver cómo funcionaba en Culleredo la asistencia sanitaria. Y pensando ideas para la presentación del libro, me puse a rascar más a fondo", cuenta.

En aquellos tiempos, no había en Culleredo asistencia médica oficial patrocinada por el Concello. "Algún médico que había en el municipio hacía prestación profesional de tipo privado. Los vecinos pagaban en especie, como con ferrados de trigo, o en dinero por alguna asistencia puntual. Las únicas veces que vemos en las actas municipales que hacen referencia a médicos era cuando había que hacer reconocimientos médicos de las quintas para hacer el servicio militar, que sí que lo asumía el Concello", explica. "Se llamaba siempre durante años para hacerlo al médico que había, Luis Ladrón de Guevara, que residía en Vilaboa, donde había muerto de cólera un hijo suyo, y que era abuelo de Manuel Ladrón de Guevara Enríquez, que fue después médico titular en Culleredo", relata.

En 1961, ante el envío de vacunas desde el Gobierno civil y dado que los médicos de ayuntamientos vecinos iban a tener también que vacunar a sus respectivas poblaciones, el concejal encargado de fiscalizar las cuentas del Concello consideró "de absoluta necesidad crear una plaza de médico municipal". El Ayuntamiento creó entonces unas bases y convocó la plaza. Las condiciones dictaban que el médico "tendría que vivir en Culleredo, vacunar gratis a todos los niños del concello, asistir en el reconocimiento de las quintas, asistir sin cobrar a todos los enfermos pobres del Concello y solo cobrar cuatro reales a los no pobres en las visitas que hiciera, daba igual que en casa hubiese un enfermo o cuatro o que tuviera que operar", explica Pereira. El salario eran 4.000 reales al año.

Solo se presentó un vecino cirujano pero sin el título de médico, José Míguez. La segunda convocatoria quedó desierta así que se subió el salario a 5.000 reales. Entonces repitió José Míguez y optó también Antonio Gayoso Bugallo, que fue nombrado por unanimidad médico del Concello en diciembre de 1861. En septiembre de 1861 presentó su dimisión por el "poco producto" que le reportaba "tan penoso trabajo". Se convocó de nuevo la plaza y fue contratado David Bermúdez Varela, que fue el médico de Culleredo hasta que falleció, en 1866. "Es probable que él fuera el médico cuando nació la madre de Nóvoa Santos en Vilaboa", apunta.