La plaga de la procesionaria, una mariposa que se come las agujas de los pinos, empezó a hacerse notar en Oleiros a finales de 2017, precisamente en un árbol propiedad de todos los vecinos, el de la calle Pombal, comprado por el Concello, que en enero de 2018 cortó todos los bolsones de esta mariposa. Sin embargo, esta actuación no erradicó a estas larvas y el pino vuelve a estar lleno de los nidos. Pero desde entonces las orugas han ido expandiéndose por el municipio, ya con presencia en casi todas las parroquias. En Nós es visible en los pinos frente a la Fundación Juana de Vega, y en el castro de Xaz, un patrimonio público, también ha empezado a atacar a varios ejemplares.

Los casos más graves se producen en Bastiagueiro, tanto en el gran pino que existe al borde de la playa como los situados en la calle de subida hacia Bastiagueiriño, y que tiene varios ejemplares con las ramas ya totalmente secas. La plaga aún no ha afectado a los pinos casi centenarios que existen junto a la rotonda de As Pedreiras, de enorme porte, ni tampoco a los que son quizá de los más valiosos del municipio y también muy antiguos: los situados en Perillo, tanto en la parte baja de la rúa Pombal como al final de Somalia y en el entorno de Nelson Mandela.

La procesionaria es una mariposa. Ponen huevos en verano y luego eclosionan las larvas y comen las acículas del pino. Es el momento de atacarlas con insecticida, al ser más pequeñas. Después crecen y forman los característicos bolsones de seda para el invierno y al final se convierten en orugas que bajan en fila india por el tronco del pino y se entierran para luego convertirse en mariposas. Los expertos afirman que la procesionaria no mata el pino: si ven que está muy dañado se quedan enterradas hasta que se recupere. Y si hay muchas, aumentan los insectos que se las comen. Pero sí reducen el crecimiento de estos árboles y causan pérdidas en plantaciones.