Los trabajadores que explotan el club hípico de A Garrocha piden al Ayuntamiento tiempo para localizar una nueva instalación en la que continuar con su actividad. Aseguran que ellos han cumplido su acuerdo con la empresa concesionaria, Club de Campo As Mariñas „a la que el Concello rescindió la concesión tras años de impagos del canon„, y piden "respeto" y "facilidades" para poder abandonar el recinto, en palabras del responsable del funcionamiento del club, el jinete Gustavo Barroso.

Las clases y sesiones de terapia que se desarrollan en A Garrocha continúan pese a la orden de desalojo del recinto, cuya gestión por parte del Concello está ya en manos de la justicia, tras observar la Fiscalía Provincial indicios de prevaricación a raíz de que el BNG pusiera en su conocimiento los años de impagos sin respuesta por parte de la Administración municipal. En la mañana de ayer, varios usuarios acudieron al club como de costumbre y la terapeuta realizaba sus sesiones con pequeños con discapacidad. "Ellos serían los más perjudicados", lamentó la trabajadora.

"Tenemos que conseguir un lugar con instalaciones adecuadas y trasladar a los animales, y hay niños con discapacidad que esperan toda la semana para venir aquí a hacer su terapia. Podrían al menos dejarnos acabar la temporada", solicita Barroso. "Es imposible hacerlo en quince días o un mes. Nosotros somos profesionales y gente decente, y se nos quiere echar casi como a okupas o ladrones", lamenta. Admite que el actual alcalde, Rioboo, se reunió con él dos veces, pero afirma que "el equipo jurídico se mostró muy intransigente".

Barroso explica que acabó al frente del recinto tras comenzar como profesor y colaborar en el club, que estaba "desatendido". Detalla que acordó con la empresa concesionaria abonarle una cuantía al mes o hacerse cargo de los gastos de mantenimiento y cuidado de los animales y asegura que siempre cumplió su parte. "La empresa no pagaba al Ayuntamiento, pero yo no me metí, no era mi función. El dueño no pagaba y el anterior alcalde se lo permitía. Ellos sabrán por qué, tenían sus chanchullos", cuenta.

El jinete, que trabaja en A Garrocha como autónomo con una terapeuta y un técnico con contratos fijos, asegura, sostiene que la gestión del club por parte de la empresa "se deterioró cada vez más". "Nosotros llegamos de manera provisional y nos fuimos quedando. Siempre había funcionado mal", cuenta. Afirma que trabajaron por "amor a la profesión". "Pensamos que el Ayuntamiento quería regularizar la situación, enviamos un escrito e intentamos buscar una solución", apunta. "Pero parece que el Concello no quiere hacer aquí nada de equitación", lamenta. "Nosotros no estaremos donde no se nos quiere, pero pedimos respeto y facilidades para trasladarnos. Podrían dejarnos al menos acabar esta temporada mientras buscamos otro sitio", defiende. Lamenta que el rescate de la concesión y la orden, incumplida, de desalojo, ahora en manos de la justicia.