Poco amigo de presumir de títulos, a Francesco Tonucci le gusta definirse simplemente como un "niñólogo". Este pedagogo, que ha dedicado su vida a defender los derechos de la infancia, participó ayer en las Xornadas de Formación e Sensibilización sobre a Atención á Diversidade de Betanzos y se sumó con entusiasmo a la moción presentada hace unos meses por los escolares del colegio Vales Villamarín para instar al Concello a recuperar calles y plazas para la ciudadanía.

El espíritu de la Ciudad de los niños de Tonucci ha arraigado en los pequeños betanceiros, que piden "salir solos de casa" y "moverse sin miedo" en una ciudad en la que "el coche no sea el rey". La semilla está plantada y Frato espera ahora que los mayores recojan el guante. "Ayer [por el viernes] le expliqué a la alcaldesa el proyecto", explica risueño este psicopedagogo, que tiene claro que "cuando los niños reivindican algo, no lo hacen pensando solo en ellos": "Cuando hacen propuestas, lo hacen pensando también en sus abuelos, en sus padres, dicen cosas muy parecidas a los científicos".

Él está convencido de la "capacidad profética de la infancia", de que cuando los niños dicen basta, es señal de que urge tomar medidas y que los gobernantes deben escuchar sus propuestas para hacer las ciudades más "amigables" y sostenibles. Una ciudad diseñada para los más pequeños es una ciudad en la que entran todos, recalca este maestro italiano que ha expresado en varias ocasiones su admiración por localidades como Pontevedra, que ha logrado recuperar el espacio público para el ciudadano.

A las puertas del Liceo, este maestro observa con ojo crítico los coches aparcados en los aledaños de la plaza Irmáns García Naveira: "Los espacios de la gente se han privatizado, esta plaza lo demuestra bien. Cuando las plazas estén totalmente libre de coches y llenas de gente, de niños jugando, será síntoma de que Betanzos va por buen camino".

De camino al restaurante en compañía de los organizadores y ponentes de las jornadas, este maestro italiano de habla y caminar pausado tiene ocasión de conocer y admirar algunos de los tesoros del casco histórico brigantino: el palco de la música, las iglesias de Santiago, Santa María y San Francisco, la plaza de la Constitución o Casa Núñez... El itinerario, que fue diseñado por los alumnos del IES As Mariñas, también le permite comprobar hasta qué punto el coche invade la zona monumental. "Es responsabilidad de la ciudad, del Ayuntamiento, recuperar los espacios públicos para la ciudadanía", subraya.

En su ciudad ideal, los niños podrían salir solos a la calle, jugar a sus anchas, liberados de la mirada sobreprotectora del adulto. "Los niños ahora no pasan ni una hora sin estar bajo el control de los adultos. Tienen que poder salir solos de casa, decirles a sus padres, 'adiós, me voy a jugar, después os cuento'. Ahora no tienen nada que contar, no tienen tiempo libre, se lo ha comido la escuela, los deberes, las actividades", lamenta.

En su ponencia, este pedagogo insistió ayer en que el fin último de la educación debe ser "la felicidad de los niños" y que hay que garantizar una educación inclusiva. "Cada alumno tiene su excelencia. Descubrirla y ayudar a su desarrollo al máximo nivel posible tiene que ser el principal objetivo de la educación", defiende Tonucci, que apela a la necesidad de reforzar la comunicación entre las escuelas y las familias.

Su ponencia colgó el cartel de lleno, como el resto de las charlas de la VII Xornadas de Formación e Sensibilización sobre a Atención á Diversidade de Betanzos. Se trata de una cita ya consolidada en el mundo educativo, impulsada hace siete años por el colegio Vales Villamarín y en cuya organización participan ahora todos los centros educativos. Patrocinada por Concello y la Xunta, la jornada se clausuró ayer con ponencias de la presidenta de la Asociación Pedagóxica Franceso Tonucci, María del Mar Romera; la directora del David Buján, María del Carmen Mosquera, y el director del colegio As Covas-Meaño, Paulo Nogueira.