Sin desconchados en la fachada, recién pintada y con las escaleras originales, esas que sucumbieron a una ampliación de la carretera. La Terraza que Manuel Sánchez Silva ha reconstruido en el jardín de su casa reúne más de un mérito para ser declarada Bien de Interés Cultural, la misma distinción de la que goza su modelo en horas bajas. No le falta de nada. Tiene hasta las bajantes y canalones para evitar que la lluvia provoque daños en la fachada.

Este jubilado de Sada recibe día sí día también las visitas de curiosos que piden permiso para invadir su jardín y fotografiar las réplicas de monumentos a las que ha dedicado horas y horas de minucioso trabajo. No descuida un detalle. Su Torre de Hércules de cemento y piedra es un faro de más de dos metros que por las noches ilumina este rincón de Carnoedo.

La maña y el mimo por los detalles le viene de lejos, de sus más de treinta años de trabajo en una nave de prefabricados de hormigón y de sus tiempos de carpintero en Alemania. A sus 81 años, este vecino tiene su jardín repleto de réplicas de monumentos. La Torre Eiffel, el faro romano declarado Patrimonio de la Humanidad, la Terraza e innumerables hórreos. "Hórreos hice la tira", explica. Modesto, resta mérito a su labor. "Me viene muy bien para la cabeza, no quería estar en casa sin hacer nada", explica este artista, que dejó su trabajo a los 63 años para cuidar a su mujer, con movilidad reducida. Esta afición le "da la vida", cuenta risueño. Sobre todo "cuando llega el invierno y las noches son tan largas". Una pasión que ha convertido su jardín en un museo.