No pueden abrir las ventanas por miedo a que por ellas entren las velutinas y las ramas de las silvas que crecen en sus parcelas llegan hasta las cuerdas de sus tendales. Los vecinos de la urbanización alegal Párroco Villanueva, atrapados en un limbo urbanístico desde hace quince años, se encuentran hoy en una situación insostenible a la que ni el Concello ni la empresa promotora de las viviendas es quien de dar respuesta. Ya a principios del año pasado sufrieron un enorme revés cuando comprobaron que su problema era el único que la Xunta dejaba en suspenso en la aprobación del plan general.

Las carencias derivadas de la situación irregular de los inmuebles comienza a afectar seriamente a la calidad de vida de los vecinos de la Unidad de Ejecución 8 (UE-8) de Párroco Villanueva. La necesidad más urgente, cuya solución demandan los vecinos, ahora mismo, sería la limpieza de las fincas de los inmuebles que, a priori, sería responsabilidad de la empresa promotora. "Es una auténtica selva. Ya nos han venido a quitar tres nidos de velutinas. Estamos invadidos, tenemos que tener todo el día las ventanas cerradas", explica David Santoandré, propietario de uno de los pisos y portavoz de los vecinos afectados.

La promotora, expone Santoandré, se niega a acondicionar las parcelas debido, precisamente, a la situación alegal de la urbanización, por lo que sus residentes, y ante la ausencia de otro arreglo, optaron por pasar la pelota al Concello. "Entendemos que la culpa de esto es de la gestión del anterior Gobierno, pero nosotros no podemos seguir así, alguna solución nos tienen que dar", apunta. El Concello, por su parte, ha abierto un procedimiento de ejecución subsidiaria ante la inacción de la promotora, el cual, según fuentes municipales, conlleva una serie de plazos y cauces legales que suponen la demora que hoy indigna a los vecinos. No sería la primera actuación subsidiaria que el Ejecutivo municipal efectuará en el área, ya que en el año 2016 las máquinas municipales ya entraron a desbrozar las fincas cuyo estado salvaje sigue dando problemas a los vecinos. Los residentes, por su parte, se muestran cansados de denunciar la situación, y definen el suyo como un caso claro de especulación urbanística en el que en su día tomaron parte multitud de intereses.

Los problemas no dejan de multiplicarse año a año y no parece haber vistas a una solución a corto plazo. Algunos de ellos comienzan a suponer un peligro real. "Dejaron un socavón de un edificio que iban a costruir. En invierno está lleno de agua y de bichos, pero ahora, con la sequía, está sin agua pero no se ve por la maleza. Ahí se cae alguien y no quiero pensar lo que puede pasar", expone Santoandré, quien afirma que ante este contratiempo en concreto, el único remedio que les ofrecieron fue poner una alambrada alrededor del mismo "que da risa". La empresa del gas no puede, siquiera, acceder a los contadores, ya que la puerta está bloqueada por la maleza que crece descontrolada a su alrededor. "En la factura tienen que poner 'estimativo' ante la imposibilidad de leer los datos", explica el portavoz del colectivo de vecinos. Otro de los contratiempos que afrontan diariamente es el del mal estado de los trasteros, inutilizados por las constantes inundaciones, como expone el residente: "Estamos preparando una demanda para el promotor por ese tema, es una calamidad como están". A estas dificultades se suma la inseguridad derivada de vivir en un edificio sin licencia de primera ocupación.