La "ilusión" de muchos de vivir en el municipio de Oleiros es lo que aprovechó un vecino de Pontevedra de 48 años, dotado de "locuacidad y verborrea" para estafar a una mujer y a un matrimonio, a los que les sacó, por entregas a cuenta de una parcela y un chalé inexistentes, 1.700 y 6.300 euros respectivamente. La Audiencia Provincial de A Coruña acaba de condenar a 21 meses de cárcel (menos de dos años, por lo que no entrará en prisión), a este pontevedrés por un delito continuado de estafa y a indemnizar a las víctimas en las cantidades con las que se les quedó. Los magistrados absolvieron al otro acusado, vecino también de Pontevedra, al no verle "responsable penal", dijo haber sido contratado como "chófer" del condenado, y éste además también le exculpó, asumió toda la responsabilidad.

El Ministerio Fiscal pedía seis años para el ahora condenado y cinco para el que ha quedado absuelto suelto pero la pena se redujo al eliminar agravantes como los antecedentes del estafador (al no ser computables), entre otros.

Los hechos se remontan a 2014, cuando el ahora condenado se instaló en A Coruña, en un local para el que contrató personal administrativo, aparejador y arquitecta operando bajo dos nombres comerciales de empresas inexistentes: Arquiproyect 77 y Tungsteno Gestión. Puso anuncios en internet como estudio dedicado a diseñar chalés y buscar parcelas a precios muy competitivos y afirmaba contar con la colaboración de entidades bancarias para financiar las compras. Por sus problemas judiciales, le pidió al ahora absuelto que firmase los contratos.

En julio de 2014 una mujer contactó con él a través de un anuncio por un solar con vivienda a construir de tres a cuatro dormitorios por 180.000 euros y le entregó 200 y 1.500 euros. Tras pagarle no volvió a saber de él y luego se enteró que el terreno era de un tercero. En agosto un matrimonio concertó la venta de una finca con proyecto de ejecución en la O Seixal y le entregó en cuatro pagos un total de 6.300 euros, y tras pagarle no volvieron a saber de él. Este procesado se presentaba ante los clientes como "Juan Collazo". En el juicio los empleados destacaron que el condenado les contrató pero nunca les pagó y ni solicitaron licencias ni los proyectos estaban visados.

La defensa dijo que no hubo engaño, que el acusado gastó dinero en los proyectos, aunque luego se frustrasen.La Audiencia sentencia que quedó clara la "artimaña engañosa" del condenado, que hizo un "montaje para conseguir el dinero de la víctimas" ayudado de su "locuacidad y verborrea".