Un recorrido por el interior del antiguo búnker militar de Monticaño permite comprobar cómo el paso del tiempo y el vandalismo se han cebado con esta instalación. Desde hace algunas semanas es posible acceder al interior, ya que la verja que bloqueaba la entrada ha desaparecido. Basura, escombros y grafitis se acumulan en las estancias. La única pieza militar que se conserva dentro es un viejo telémetro, un aparato que sirve para calcular la distancia hasta el objetivo enemigo.

Son accesibles las tres plantas del recinto, de las cuales dos están en la superficie y otra bajo tierra (en esta última apenas hay luz). Las dos primeras servían para visualizar el océano y localizar los objetivos a destruir. En la intermedia todavía se encuentra el telémetro, con el que se marcaba la posición del blanco. La mayor parte de las habitaciones solo acumulan basura y escombros.

En el exterior, hay un cañón Vicker y las instalaciones que servían para almacenar el armamento correspondiente, aunque estas últimas se encuentran tapiadas.

Monticaño es un testimonio singular de la historia militar española del siglo XX. Esta base nació en la década de 1920 como parte del plan ideado por el Gobierno de Primo de Rivera para defender el golfo Ártabro (el tramo de litoral que discurre entre Ferrol y Caión). En la actualidad este antiguo recinto militar se encuentra ubicado dentro de un parque forestal abierto al público que el Concello de Arteixo habilitó después de lograr que el Ministerio de Defensa cediese el uso del suelo en el año 1998.

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Las entrañas del antiguo búnker de Monticaño

Cuando el Gobierno local logró la cesión del parque, el Ejecutivo central donó un cañón Vicker y las piezas de otro. Al lado también se instalaron dos antiaéreos Flak, que fueron retirados en 2018 tras una petición del Concello debido a que se encontraban en un mal estado de conservación. Estas dos piezas fueron trasladadas a la localidad de Astorga, en Castilla y León.

La Dirección Xeral de Patrimonio Cultural ha calificado esta antigua base militar como "un testimonio singular de la historia militar española del siglo XX" que formó parte de "uno de los intentos más ambiciosos" del Gobierno de España de modernizar las defensas militares costeras del país, según publicó en 2016 en un informe para analizar la idoneidad de ubicar en este enclave un museo con los restos del castro de Cociñadoiro, que fue desmantelado durante la construcción del puerto exterior de Langosteira.

Otro de los vestigios que delata el pasado de Monticaño es la existencia de una galería de tiro que usan el Ejército y la Guardia Civil.

El parque de Monticaño también es un mirador que tiene una cuenca visual de 5.811 kilómetros, según recoge el Catálogo da Paisaxe de la Xunta. En la parte norte se puede disfrutar de una amplia vista de A Coruña y de su ría. En el sur se puede observar ver toda la costa que va desde Suevos hasta Caión.