"Es desbordante. A mí ya me da miedo abrir el correo electrónico de solicitudes", celebra Susana Crespo, la directora de la compañía de teatro cullerdense El Ruiseñor, que comienza el curso con un total de 480 inscritos. Hace catorce años, cuando plantó la semilla del teatro en Culleredo, eran tan solo unos 70 los que se apuntaron al carro de la interpretación, que ha germinado hasta generar una demanda y una actividad que no para de crecer. De hecho, Crespo, formada en diseño y patronaje industrial, además de en teatro, cerró su comercio para consagrarse por entero a las tablas y la formación en técnica teatral.

En la actualidad, son 32 los grupos de alumnos que se forman con Susana o alguna de las monitoras de El Ruiseñor, entre las cuales figura su hija, Raquel García Crespo, que acaba de completar sus estudios de Arte Dramático en Vigo y se encarga de enseñar a los más pequeños de la cantera cullerdense. "Me hace mucha ilusión", reconoce su directora y madre.

"Está todo muy apretado", asegura la impulsora. "El espacio, que es en el jardín botánico, ya se nos queda pequeño. El Ayuntamiento nos ha ofrecido utilizar el Edificio de Servizos Múltiples si lo necesitamos, pero por ahora nos mantendremos en el mismo espacio, me gusta tener la actividad centralizada en una ubicación. Además, es un espacio genial", explica la directora.

El tronco de la formación que ofrece El Ruiseñor son los talleres de técnica teatral, aunque su meteórico crecimiento ha llevado a ramificar la formación: en la actualidad, los alumnos pueden asistir también a clases de danza, teatro musical, canto o improvisación teatral "como actividades extra". "Cada año tenemos más cosas. Cuanto más creces, más vas viendo las necesidades que te pide cada obra, y quieres mejorar. Al final, tú sola ya no llegas", dice Crespo, que comenzó esta aventura con la preparación de una obra al año, hasta que la afición y los interesados la llevaron a plantearse ampliar el trabajo de preparación y formación y a trabajar cada vez en más funciones y con más grupos. "Este año hemos abierto otro de adultos", apunta.

En la actualidad, prepara como objetivos más inmediatos dos obras: una readaptación de una versión propia que prepara de Blancanieves, que interpretarán chicos de entre 13 y 15 años; y El Persa, de Plauto, que llevarán a las tablas jóvenes de 20 y 21 años. "Yo intento que haya obras para todo el mundo", asegura Crespo, una semana después de que el fin de semana pasado la compañía consiguiera vender en 24 horas las entradas para las representaciones de sábado y domingo en el Conservatorio Profesional de Música de Culleredo.

Para participar en las representaciones, los alumnos se someten a procesos similares a los de circuitos profesionales. "Hacen pruebas, se presentan o no a los castings de la compañía y luchan un poquito por los papeles, los personajes, como si fueran profesionales. Jamás se elige a dedo. Les damos la oportunidad de demostrar lo que han aprendido", explica Crespo. La directora ha conseguido en El Ruiseñor aunar dos pasiones y profesiones. Ahora, en la compañía, aprovecha sus conocimientos y experiencia en diseño y patronaje industrial para trabajar en la elaboración del vestuario y el atrezzo de las obras. Y con El Ruiseñor ha retomado su actividad teatral, que dejó cuando en 1988 se vino a vivir a España, donde "no había nada de teatro", procedente del Reino Unido, donde teatro "es una asignatura obligatoria".