El auge de las nuevas tecnologías y el creciente uso de los teléfonos móviles ha llevado a los institutos a poner normas para controlar su manejo y evitar que supongan una distracción para los jóvenes. La prohibición del móvil se ha impuesto en los institutos públicos de A Coruña y su área metropolitana, aunque al tratarse de un tema que es competencia de cada dirección, hay excepciones y pautas diferentes. La mayoría se decanta por prohibir a sus estudiantes que acudan al recinto con sus móviles, salvo petición expresa de un profesor para su uso académico. Otros no son tan restrictivos y aprueban que los adolescentes lo utilicen durante el recreo.

Institutos como Rafael Dieste, Adormideras, Otero Pedrayo, Salvador de Madariaga, Agra do Orzán, Zalaeta, Manuel Murguía (Arteixo), Isaac Díaz Pardo (Sada), María Casares (Oleiros), Rego de Trabe (Culleredo) o Carral están a favor de los espacios libres de móviles. "Los alumnos tienen que aprender que el móvil se guarda. Esto pasa por una educación, y no solo de los niños, de toda la sociedad. Ahora estamos acostumbrados a la inmediatez", razona la representante de los directores de institutos públicos coruñeses, Isabel Ruso, quien defiende igualmente que "el móvil, bien utilizado, puede ser algo positivo".

De ahí que haya centros que aprueben su uso en clase si el profesor lo autoriza. "Algunos lo usan para acceder a ciertas aplicaciones, como en Matemáticas", apunta. El móvil como herramienta pedagógica en horario lectivo es avalado por la Consellería de Educación, en su afán por potenciar las materias STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). En el Fernando Wirtz, el David Buján de Cambre y el Alfredo Brañas de Carballo se permite que los jóvenes enciendan su teléfono durante el recreo, pero nunca en el aula. En estos centros también hay estudiantes de ciclos, que pueden sacar el móvil en la cafetería y los descansos.

Isabel Ruso reconoce que "hay varios motivos" por los que los institutos apuestan por la prohibición de los móviles en sus instalaciones, más allá de la "falta de concentración" que generan en el alumnado. "Es algo peligroso y ellos no saben usarlo. Acceden a aplicaciones que no deben y no son conscientes de a qué se exponen", reflexiona la portavoz de los directores, a la que le preocupa que los jóvenes "no lleguen a ver la trascendencia de sus actos".

Aquí juega un papel importante el ciberacoso, pues internet permite crear perfiles anónimos para insultar a otros. "A pesar de no tener la mayoría de edad, entran en páginas web que no son adecuadas y, a veces, lo hacen con la identidad de sus padres. Tienen que entender que cualquier cosa que hacen, aunque sea en internet, tiene sus consecuencias, como humillar a alguien", señala.

Ruso es de las que defiende que los móviles de estos adolescentes "no tienen que tener contraseña". "El niño tiene que estar controlado, que vea que hay un peligro", apunta, a la vez que critica el "uso excesivo del teléfono". "Le dedican muchísimas horas. No puede ser que estén estudiando y con el móvil al lado. O que se vayan a dormir con él. No, porque no sabemos si descansan. Hay que sacárselos", sentencia.

Isabel Ruso recuerda una charla a la que asistió hace unos años con estudiantes en la que "un Guardia Civil revelaba a los chicos las cosas que veían en internet". "Estaban alucinados porque se creían protegidos", expone, y añade que todas estas circunstancias "se suman a que están en la adolescencia".

Hay algunos institutos de Galicia que también cuentan con un dispositivo similar a un inhibidor de frecuencia que detecta señales e interviene posibles pinganillos, que determinados jóvenes usan en los exámenes para copiar. Ruso señala que en los centros de A Coruña se han encontrado con un "problema legal que prohíbe tener estos inhibidores", por lo que confían en la vigilancia y la responsabilidad de los alumnos para que los móviles no entren en las aulas.

La representante de los directores de institutos públicos coruñeses concluye que es "cuestión de educación" y que el problema está en que "se pasa de utilizarlo en un momento puntual a no poder dejar de mirarlo aunque estés con otra persona delante". Ruso reconoce que cada centro "tiene que tener una discusión importante" para decir sí o no a los teléfonos móviles.