Las lluvias registradas durante los últimos días han supuesto un pequeño alivio para el embalse de Cecebre, que abastece a la ciudad de A Coruña y a su comarca. El nivel del agua ha subido por primera vez desde el mes de junio, es decir, en casi cinco meses. Los datos que Augas de Galicia publica todos los lunes revelan que la ocupación ha pasado del 53,77% registrado el lunes de la pasada semana al 55,33% de ayer.

El nivel de agua embalsada en la presa llevaba en descenso desde hace casi cinco meses, cuando se registró un 100%. Desde entonces, durante el verano, las cifras no han parado de caer de forma consecutiva semana tras semana. La Xunta registró el lleno total el 10 de junio. Dos meses después, el 12 de agosto, el dato se situó ya en un 77,02% y el 16 de septiembre, en un 64,17%.

Octubre comenzó con un 59,65% (la toma de datos corresponde al día 7), según recoge el histórico del Gobierno autonómico. El nivel continuó con su descenso hasta el 14 de octubre, cuando se registró un 53,77%. A partir de ahí llegaron varias borrascas a Galicia, lo que provocó varios días consecutivos de precipitaciones.

Cecebre tenía un 61,95% de agua a finales del pasado mes de enero y desde entonces fue acumulándola poco a poco. El mayor incremento se produjo de marzo a abril, cuando pasó del 63,25% al 90,66%.

El volumen embalsado en Cecebre, que se nutre de los ríos Mero y Barcés, actualmente es de 11,40 hectómetros cúbicos y su capacidad total es de 20,51.

Los datos de Augas de Galicia también revelan que la presa, que está situada en terrenos de los concellos de Abegondo, Cambre y Betanzos, es la cuarta dedicada a abastecimiento con menor nivel de agua de toda Galicia. Tienen todavía cifras menores de ocupación los embalses de Vilagarcía (40,18%), Caldas de Reis (48,65%) y Baiona (51,87%). Por encima del embalse de Cecebre se encuentran Zamáns (66,33%), Forcadas (68,62%), Beche (71,96%), Eiras (84,26%) y Pontillón de Castro (99,04%).

Los niveles de la presa coruñesa se mantienen todavía lejos de los registrados durante el otoño de 2017, cuando una prolongada sequía dejó bajo mínimos el embalse, en el que el agua retrocedió mucho. En noviembre de 2017 la ocupación llegó a estar en un 36%, según el registro de la Xunta. La ausencia de lluvia hace dos años dejó imágenes insólitas, ya que los vecinos pudieron ver restos de antiguas edificaciones y grandes zonas de tierra yerma.