La comarca coruñesa suma un bien cultural más a la lista roja del patrimonio. La asociación Hispana Nostra ha incorporado a su relación de inmuebles catalogados en ruina el pazo de Baldomir, construido entre finales del siglo XVII y principios del XVIII por el regidor perpetuo de la casa de Baldomir, por aquel entonces Diego Antonio de Ribera Taybo y Fernández Varela.

Poco o nada conserva de su antiguo esplendor esta casa señorial de Bergondo, "uno de los pazos más hermosos de As Mariñas", según las crónicas. Solo permanecen en pie las fachadas, que conservan los escudos nobiliarios, y los restos de la antigua capilla, semioculta por la maleza. La finca, que durante años permaneció inaccesible por la espesa vegetación, atesora aún un espectacular tejo bicentenario,un magnolio y un cedro que nada tienen que envidiar a sus vecinos del pazo de Mariñán.

Este pazo sufrió un lento declive, una agonía que se agudizó tras su venta en los años setenta a un particular. El traspaso marcó el principio del fin y propició que esta casa señorial acabase engullida por una urbanización proyectada en la década de los noventa al amparo de un plan parcial para construir ochenta chalés en el entorno del inmueble con el compromiso de que se rehabilitase como "centro social al servicio de la ordenación proyectada".

Este compromiso nunca se cumplió. Poco antes de que empezasen las obras de construcción de la urbanización, la casa señorial fue víctima de un virulento incendio. El fuego devoró la cubierta, las carpinterías, el forjado del primer piso, el suelo del bajo y los elementos de menaje que quedaban en la propiedad. El expolio y el vandalismo hizo el resto.

Las condiciones fijadas en la ordenación de 1993 complican ahora su recuperación. El plan establecía que el pazo permanecería en manos privadas y que el Concello solo sería titular de la finca. El actual Gobierno local, que desde hace años analiza vías para recuperar el pazo, no duda en calificar la situación de "despropósito"Gobierno local"despropósito" : "Hay una propiedad privada cercada por una pública, una isla en medio de una propiedad municipal en la que no podemos actuar", lamentaba recientemente el concejal Juan Fariña.

Pocos en Bergondo conocen tan bien el pazo y su historia como Pablo Santiso, un joven investigador bergondés que ha buceado en los archivos municipales, rescatado documentos inéditos y entrevistado a los mayores del municipio para rellenar los vacíos en el devenir de esta malograda propiedad. Este joven recaba desde hace años apoyos para conseguir recuperar el inmueble. Desde el Gobierno municipal mantienen su propósito de dar una segunda vida a esta propiedad y, mientras, se comprometen a mantener en buenas condiciones lo poco que se conserva del antiguo jardín.