El riesgo cierto de caída condenó a uno de los grandes ejemplares de pino que existen desde hace años en Perillo. Ayer fue talado el que era casi un emblema por su porte elegante, el último de los dos que estuvieron tantos años juntos dentro de una finca en la rúa Pombal, de los pocos de este tipo que aún subsisten en fincas privadas, ya que el resto fueron preservados por el Concello para conformar el jardín público, con frentes a la rúa Kenia y Rosalía de Castro. La corta del árbol requirió dos grúas, un camión y todo el día de trabajo.

"Las raíces se habían levantado y levantó también el asfalto de la calle. Ya hace un mes que avisé, vinieron los técnicos del Ayuntamiento a revisar y estudiarlo y verificaron que sí, que era un peligro y había riesgo de caída. Desde entonces estaba pendiente. Estos días de viento me los pasé rezando. Era un peligro porque ya habían caído en la calle ramas de ochenta kilos. Me da pena por el árbol porque me gusta mucho, tengo mucho arbolado alrededor de casa", explicaba ayer José Luis Blanco, propietario de la finca de la que el Concello ordenó talar el gigantesco pinus radiata o pino de Monterrey pinus radiata, que tenía un tronco de unos 60 centímetros de diámetro a media altura.

Vecinos de la zona apuntaron que este ejemplar, semejante al que está en el Alto de Perillo y que adquirió el Concello, puede tener alrededor de setenta años. "Yo no lo sé, porque cuando vine para esta casa, hace 16 años, ya estaba", contó José Luis. El otro pino, la pareja del que ha sido talado, también se cortó hace unos años por las mismas causas. Era un único tronco, frente al actual que se dividía en varias ramas grandes en la copa, más expuesto al viento.

Grúas Chema y Grúas Vidal fueron las encargadas de realizar los trabajos junto a dos operarios, que comenzaron por talar las ramas de abajo para después ir subiendo y finalmente trocear el tronco, de arriba a abajo, ante la dificultad de la operación por estar encima de la calle (que permaneció cortada al tráfico todo el día), rodeados de viviendas y un parque público con un área infantil.

Una de las grúas, de la empresa Vidal, elevó su pluma hasta los 48 metros "aunque llega a los sesenta" según explicó su operador, y llamó la atención de muchos conductores, porque era visible desde A Coruña por su espectacular altura.