El Concello de Oleiros fue pionero hace años en alertar del peligro de la cortaderia selloana y en exigir públicamente medidas para evitar la propagación de esta especie invasora, además de probar varios métodos para contener su avance, algunos con muy mal resultado (como prenderle fuego). En Oleiros también se celebró hace unos días, en el castillo de Santa Cruz, la reunión del grupo de trabajo de Lucha contra el Plumacho en el Arco Atlántico, y entre los ponentes estuvo el profesor Jaime Fagúndez de la Universidade da Coruña, especialista en especies invasoras e integrante del grupo que está ahora mismo con la tramitación de un método de erradicación de esta planta que además de ecológico es barato y, por lo que están comprobando, muy efectivo. El secreto es una mosca.

"Estamos haciendo pruebas en el propio campus, porque también está bastante invadido por los plumachos, y los primeros datos han mostrado que la efectividad es del 75%. Usamos un control biológico que estamos patentando. Por ahora solo podemos decir que es una mosca, que se come las semillas de la planta cuando florece, y limita así la propagación de semillas viables y por lo tanto la reproducción de nuevas plantas. Es un parásito natural, muy específico, no ataca a otras especies y tiene un coste muy bajo. Se trata de un control sostenible y económico, a medio y largo plazo. Estamos aún en la primera fase, pero somos muy optimistas, reúne las condiciones ideales", destaca Jaime Fagúndez.

Este experto defiende una lucha integral y personalizada de la cortaderia selloana, muy planificada y teniendo en cuenta las circunstancias de cada zona invadida o susceptible de serlo. "No es igual actuar en una zona antropizada que en una zona natural, en núcleos que en periferias. Hay que desarrollar una estrategia para cada caso y cada zona. En algunos lugares puede ser mejor un control mecánico, sacar las plantas una a una. En zonas muy invadidas se puede aplicar el control biológico para limitar la producción de semillas viables", afirma.

Este profesor del departamento de Biología, donde se desarrolla un trabajo que formará parte de la estrategia de la Xunta de lucha contra el plumacho, señala que los concellos, como Oleiros, tienen un poder de actuación muy limitado.

"Es muy complicado actuar a escala local cuando es un problema global, no se puede responsabilizar a los concellos. Sería más adecuada una estrategia regional, cogiendo todo el norte de España y de Portugal, hasta Francia, y tratar el problema de forma conjunta, con una estrategia común".

Fagúndez subraya que no se puede demonizar a esta planta, porque es cómodo pero la culpa realmente es de las personas. "No gusta pero es la verdad. Nosotros somos los que le facilitamos el camino, somos los que promovemos que se extienda. Su presencia es un indicador de la pérdida de calidad del hábitat. No hay malas especies, sino mala gestión, y hay que hace autocrítica", añade.

El plumacho aparece en zonas de obras, muy removidas, al borde de carreteras y en polígonos industriales. Los movimientos de tierra eliminan la competencia de otras plantas y facilitan el transporte de las semillas.

"Esperamos trabajar conjuntamente con la Xunta en ese plan de acción conjunta. Tenemos propuestas y medidas y un método más barato, sostenible y eficaz. Más que matar la planta, hay que detener su proceso de extensión por el territorio", esa es la clave para ganar la batalla al plumacho, según este experto.