Nada más entrar en la sede del Club Deportivo Náutico de Miño un cartel deja en evidencia las apreturas que sufre esta entidad con más de veinte años de antigüedad: Queremos comprar un calentador para los vestuarios, reza el letrero escrito a mano que invita con una flecha a los visitantes a introducir sus donativos en una hucha.

Basta un vistazo rápido para constatar que la entrega e implicación del equipo directivo y de los socios no es suficiente para mantener en buenas condiciones unas instalaciones con importantes carencias : "Hay humedades por todas partes, las duchas se atascan y el gimnasio está que da pena", lamenta la presidenta del club, Teresa Oujo Reino, mientras señala una de las máquinas de entrenamiento, carcomida por el óxido.

El mal estado de las instalaciones contrasta con la trayectoria de este club, que ha alcanzado en 2019 la cifra récord de 148 licencias deportivas y que se ha situado por primera vez como la primera entidad de toda la provincia en número de licencias de piragüismo. El club ha alcanzado importantes logros en regatas provinciales, autonómicas y estatales. La vitrina de la entrada está repleta de trofeos, que podrían ser más con unas equipaciones a la altura de su esfuerzo. Para muestra un botón: un equipo infantil logró ganar el campeonato gallego de K4 y estaban de finalistas en una competición nacional, pero tuvieron que abandonar la prueba porque se les rompió el timón.

La presidenta del club, que tomó las riendas de la entidad hace 4 años y que en breve se postulará a la reelección, ha aprendido a marchas forzadas a bregar por las administraciones, a "llamar a todas las puertas" para lograr más fondos que les permitan asumir el coste de las actividades, viajes, personal y mantenimiento del material y poder garantizar así la gratuidad y que las familias con menos recursos puedan introducirse y ascender en esta práctica deportiva.

"Queremos que reconozcan nuestro trabajo y poder ir a campeonatos más grandes. Estamos creciendo y necesitamos mejorar las instalaciones", incide Teresa Oujo, que apela a la importante labor social que hace el club, no solo por el fomento del deporte, sino también de valores como la igualdad y el cuidado del medio ambiente. Actualmente, las instalaciones se quedan más que pequeñas y obligan a realizar las actividades por turnos. La Xunta se ha comprometido a realizar obras de ampliación, pero todavía no hay plazos. El club pide también más ayudas al Concello y la Diputación. Toda la Corporación local apoya sus demandas, pero los fondos se hacen de rogar. El club cruza los dedos y espera que los Reyes Magos llamen a su puerta.