En noviembre de 1942, en el mundo las tropas británicas y norteamericanas desembarcaban en el norte de África para sacar a Rommel y a los italianos, y en España Francisco Franco se daba cuenta de que le convenía dar un giro hacia los aliados y ser más neutral. En esa misma fecha, el 6 de noviembre, el dictador se acercó al Juzgado Municipal de Oleiros (ahora, Juzgado de Paz) para resolver una cuestión más mundana: poner a su nombre un "labradío y duna" de 2.414 metros cuadrados llamado Bastiagueiro. Fue la primera propiedad que vendieron los herederos, en 1984, y generó un pleito con el segundo comprador, el famoso promotor Manuel Soto Pérez (creador de Costa Coruña), fallecido en 2013. Ganó Soto por incomparecencia: el juzgado llamó a declarar a la hija de Franco, Carmen, pero no acudió, aunque se esperó por ella casi diez años. Hoy esta propiedad, que pasó de caseta a chalé, está a la venta por algo más de 3 millones de euros.

Las circunstancias de cómo Franco se hizo con este terreno encima de la playa, al igual que otras muchas adquisiciones que realizó, son confusas. Parte de la documentación se ha extraviado o permanece guardada sin localizar (un agradecimiento al esfuerzo de la extraordinaria plantilla del juzgado oleirense). Por el momento solo se sabe que el 6 de noviembre de 1942 Francisco Franco realizó la primera inscripción de esta parcela, era la primera vez que alguien decía ser el propietario.

El mes anterior el juez de Oleiros, ante el secretario judicial, abrió un expediente posesorio y se dictó un auto por el que se aprobó dicho expediente y se acreditó que Franco era el dueño de esa finca por compra a María Caridad Ares, mediante escritura otorgada el 7 de octubre de 1941 ante un notario de A Coruña.

El militar instaló en ese terreno de Bastiagueiro una caseta de madera con duchas, retretes, mesas y sillas, y una enorme bandera de España. Allí acudió con su familia cada mes de agosto durante años, fue su sitio favorito de veraneo aunque residía en Meirás. Antes de que llegase Franco, mandaban a los trabajadores de la antigua escuela de capacitación agraria (donde hoy está el INEF) a limpiar la finca.

"Era una caseta de madera de cuarenta o cincuenta metros cuadrados nada más. Venía con su mujer y su hija y luego con los nietos. Quince días antes de que llegase ya estaba la Guardia Civil en la zona y cuando llegaba, cinco o seis parejas cerraban toda la playa de Bastiagueiro y los accesos, no te dejaban pasar ni bañarte. Una vez vino una pareja de la Guardia Civil, una chica le pidió que nos dejara pasar y el guardia la golpeó. Al final, cuando los nietos tenían una edad, cerraban solo la mitad de la playa y te dejaban pasar a la otra mitad", relató a este periódico en su día Luis García, un constructor jubilado de Montrove que estaba en la escuela de capacitación agraria y tuvo que ir muchos años a limpiar la finca de Franco.

En aquellos tiempos, todo a lo que hoy se le llama la milla de oro de Bastiagueiro, donde están los lujosos chalés a pie de playa y en zona verde (los dueños firmaron un acuerdo con el Concello por 60 años), estaba vacío. El dictador veraneó y disfrutó en Bastiagueiro hasta los años setenta. Al morir en noviembre de 1975, su hija Carmen Franco Polo heredó sus propiedades, entre ellas esta parcela en Oleiros.

Carmen Franco la vendió, nueve años después de fallecer su progenitor, al constructor Manuel Soto, según escritura del 20 de junio de 1984 ante un notario de Madrid. Surgió, sin embargo, un problema.

En el Registro de la Propiedad este terreno seguía a nombre de Francisco Franco mientras en el catastro estaba a nombre de Manuel Soto. Para hacer concordar el registro con la realidad jurídica se abrió un expediente de dominio para reanudar el tracto sucesivo interrumpido.

Soto inició este expediente para demostrar que la parcela era suya sin discusión, aportó la escritura de compraventa ante notario y copia del pago del impuesto de transmisión, además de ofrecer el testimonio de tres testigos y proponer que declarase Carmen y también Francisco Franco (que llevaba 13 años muerto, como advirtió el juez y por eso no lo llamó).

El Juzgado de Primera Instancia Número 2 de A Coruña abrió el expediente de dominio y en junio de 1988 ordenó exhorto para que compareciese Carmen Franco Polo. También se convocó a todas las personas desconocidas a quienes pudiese perjudicar la inscripción de la finca mediante edictos y publicaciones en boletines.

Y se esperó casi diez años. Hasta noviembre de 1996 en que se retomó el asunto "sin que compareciese interesado alguno en el expediente".

El 17 de febrero de 1997 el Juzgado de Primera Instancia emitió un auto en el que resolvía que tras las pruebas practicadas quedaba acreditado que la parcela era propiedad de Manuel Soto y su esposa y se debía cancelar la inscripción a favor de Franco, al quedar probado además que llevaban disfrutándola pacíficamente más de treinta años "y sus titulares han sido citados en forma legal y no han formulado oposición".

Soto ejecutó en la parcela que fue de Franco (que ahora tiene 3.563 metros cuadrados según el catastro) un chalé de 752 metros de superficie construida. Tras ser durante años la finca en la que se celebraban las fiestas de la jet gallega, el año pasado los herederos le pusieron el cartel de se vende, por más de 3 millones. El cartel aún sigue en el portal.