"Al mayor no le creían en el cole, le decían que no podía tener moto", comenta Anabel Villamar sobre su hijo Luis, de diez años, cuando comenzó a correr en pruebas motocross, deporte que su hermano Álex, de seis años, también practica. Ambos residen en Oleiros, al igual que Kilian, de seis años y campeón gallego de su categoría. Ellos tres, al igual que Juanjo, residente en Cambre, y Noel, vecino de Narón, son algunos de los componentes del club Kid Raiders, integrado por niños que compiten en este deporte desde los seis años, aunque los pequeños se inician incluso con tan solo dos gracias al empleo de ruedines.

La pasión por la velocidad y el barro de los padres de estos niños es el motivo por el que les iniciaron en esta modalidad deportiva. "Empezaron empujados por los padres pero les gusta, es su plan de fin de semana", afirma Anabel, quien aclara no obstante que cada niño lo vive de forma diferente, ya que mientras Luis corrió el año pasado hizo el campeonato gallego, este decidió no ir al de Castilla y León y solo va a entrenar cuando le apetece, mientras que a Álex, el pequeño, "le gusta más y quiere ir siempre",

El motocross suscita, sin embargo, muchos temores entre otros miembros de las familias. "Sobre todo las abuelas, no quieren ni oír hablar del tema", señala Anabel, quien comenta que a pesar del riesgo, los niños corren muy protegidos y hasta el momento no han sufrido ningún percance, ya que los padres toman todas las medidas de seguridad posibles. A pesar del peligro de este deporte, uno de sus hijos se rompió sin embargo una tibia montando en bici y el martes el labio al caer de bruces jugando al baloncesto. "Al final va a ser más segura la moto", fue el comentario de la abuela tras estos dos accidentes.

La madre de Luis y Álex sospecha que a su marido, Jorge, le encantaría que sus hijos fueran estrellas de este deporte, como el lucense Jorge Prado, campeón mundial de motocross, pero advierte que el objetivo "es que lo pasen bien, se diviertan y practiquen un deporte sano".

Pero correr en moto sobre el barro tiene un alto coste para las familias, ya que los lugares más cercanos en los que se puede entrenar son Cerceda y Arteixo, en cuyos circuitos hay que pagar por cada sesión de prácticas, a lo que se suman los gastos que generan los desplazamientos a los puntos en los que se celebran las competiciones, que deben ser afrontados por las familias sin ningún tipo de ayudas o patrocinios, ya que los niños, debido a su corta edad, todavía se están iniciando en las pruebas oficiales.

Elevados precios

También hay que tener en cuenta los elevados precios de la equipación necesaria para subirse a la moto. "Solo un pantalón y una camiseta puede costar entre 100 y 150 euros, mientras que una moto puede costar entre dos y cuatro mil euros", detalla Anabel Villamar, lo que obliga a muchas familias a recurrir a vehículos de segunda mano, aunque Álex, con tan solo seis años, ya corre en su tercera moto, con la que el fin de semana pasado compitió en el campeonato de Castilla y León.