El colegio Luis Seoane de Oleiros ha ganado en la categoría de Infantil y Primaria de los Premios de Buenas Prácticas de Educación Inclusiva, de la Xunta, que este año celebran su primera edición. El centro oleirense conquista el primer premio en su modalidad por un proyecto que abarca desde organizar, dar variedad y dinamizar las actividades de ocio en los recreos hasta mediar en conflictos entre compañeros, mejorar la relaciones e integrar a los niños más tímidos o con necesidades especiales y fomentar el cuidado del "bosque", la zona arbolada del colegio.

El centro desarrolla este plan desde hace cuatro años. Alumnos de quinto y sexto curso de Primaria son los encargados de ejercer de mediadores ante posibles conflictos, que se pueden plantear a través de un buzón. Los alumnos de estos cursos reciben formación en mediación para poder ayudar a solucionar los problemas que los profesores consideren que pueden dejar en manos de los escolares sin intervención externa. Se crea también un equipo de "saludadores", encargado de dar un buen recibimiento y empezar con orden en la fila cada jornada escolar; y uno de "acogedores", que velan por la recepción de chicos nuevos en el colegio y por la mejora de las relaciones entre los alumnos.

"Estas acciones repercuten en la vida de niños en el colegio, especialmente en el alumnado de necesidades especiales, al cual le cuesta un poco más tomar la iniciativa y relacionarse", explica la pedagoga terapéutica y una de las responsables del proyecto, Ana Pérez. "En el tema del patio, son más sensibles a la hora de acoger a estos niños, repartir juguetes, jugar con ellos o dirigir algún juego", señala. "Se ha notado mucho cambio en la integración", asegura la directora y orientadora del centro, María Ruiz. Destaca de la iniciativa que, aunque cuenta con supervisión del profesorado, son sobre todo los propios alumnos "los artífices" y "los que toman la iniciativa" para "dinamizar juegos, para el reciclaje, para las normas verbales y de formas y para los saludos", apunta.

La revisión de los tiempos de ocio tuvo algunas de las consecuencias más visibles. "El proyecto nació de la necesidad de organizar los tiempos de ocio, había niños que no se integraban en los espacios de juego, en el recreo. Era un momento de mucha alteración, con mucho ruido y contacto físico. El fútbol dominaba todos los tiempos", explica la directora. Ahora, además de fútbol, se organizan desde concursos de karaoke hasta juegos de mesa, actividades sobre deportes o concursos de poesía organizados en colaboración con la biblioteca del centro.

"Una inquietud y un problemilla de convivencia" era el fútbol femenino. "Se llegó a la solución de dedicarle un día, el martes", explica Pérez. "Además de las medidas inclusivas, intentamos que sean coeducativas, que fomenten la igualdad y la inclusión", afirma la especialista.