Una chica con vestido de princesa y con casco de moto y un mensaje: "Mi padre me dijo que no debía perseguir a los chicos si no adelantarles" . Este post en su Facebook ya revela mucho de la personalidad rompedora de Raquel Remuiñán. Esta vecina de Santa Cruz de 32 años es mecánica desde hace una década, jefa y gerente de un taller de automóviles que heredó de su padre, en el entorno de la plaza de San Vicente, en A Coruña. Es un ciclón de vitalidad, alegría y absoluta pasión por su profesión, desde que de niña, en lugar de muñecas, jugaba con llaves y bujías. Ella y su madre Conchi son de esas mujeres que contribuyen a lograr la plena igualdad.

¿La junta de la culata sigue siendo lo peor?

Hay cosas peores, por ejemplo la EGR, Exhaust Gas Recirculation, un sistema anticontaminación que vuelve a meter los gases del escape al motor.

Un mecánico ahora tiene que estar en constante reciclaje, con los híbridos, eléctricos, GLP...

Siempre estamos yendo a cursos, los proveedores nos meten en muchos cursillos que dan las marchas. Acabo de hacer uno de coche eléctrico puro, nos enseñaron a manipular las baterías, que son peligrosas. La mecánica evoluciona y tienes que estar en constante formación y reciclaje. En treinta años hemos pasado de la carburación a la inyección directa, al diesel, sistemas anticontaminación, ahora híbridos y eléctricos... Es un trabajo muy bonito porque no te deja estancarte. Híbridos ya nos vienen al taller, los eléctricos puros aún no, son muy nuevos y van al concesionario. Tenemos GLP y GNC también.

¿Se ha notado la crisis en los talleres?

Se ha notado, la gente mira más los precios. Te dicen prepárame el coche solo para que pase la ITV, cuando antes te lo dejaban en el taller y te decían, 'lo que haga falta'.

¿Fue difícil empezar en esta profesión, convencer al hombre de que le dejase su coche a una mujer?

Mi padre estuvo 32 años en el taller, con una clientela que es como de la familia, son maravillo sos. Al principio se sorprendieron, aunque creo que más por ser joven, empecé con 22, que por ser mujer. Mi compañero también me dijo que cuando empezó no querían que le tocaran el coche. Los nuevos, que no eran clientes, sí te miraban al principio como diciendo, '¿pero tú me vas a arreglar el coche?' Y lo pasaba mal. Pero con el paso de los años ven que haces las cosas bien, que eres resolutiva y quedan contentos. Ahora ya nadie se sorprende, ya no te dicen 'dile al mecánico'... Ya saben que el mecánico soy yo.

Sus padres también se sorprenderían.

Si te has criado entre motores lo llevas para toda la vida. Yo de niña jugaba con las llaves, la aceitera, el gato. Una familia, en verano, lleva a los niños con los abuelos o al trabajo y nosotros los abuelos estaban fuera, así que... Hay fotos donde estamos mi hermano y yo con mi padre en el sofá, viendo la Fórmula 1, todos los domingos. Mi padre no quería, me dijo que era muy duro, que buscase algo mejor, y estudié turismo. Trabajaba en un hotel y en el taller, jornadas muy largas. Cuando mi madre, que trabajaba en la oficina del taller con el papeleo, se puso enferma, yo la sustituí y ya me quedé.

¿Le apoyó en esa decisión?

Si no fuese por mi madre yo no estaría en el taller. Ella me decía si te gusta, dale, siempre me ha apoyado, que si quería jugar al fútbol, que si estudiar mecánica... Es guerrera y muy feminista. Creo que es necesario reivindicar, es necesario celebrar el 8-M. No es hacer de menos al hombre, solo reclamar una igualdad. A mí me echaba un poco para atrás el coger el taller porque pensaba que si no había ninguna mujer por algo sería, sería que no se puede. Pero pasan los años y ves que no eres la única, que es duro pero también para el hombre, hay que luchar contra los prejuicios. Hace años era algo extraño pero cada día somos más, hasta que sea algo normalizado. Que gestionemos talleres y seamos jefas de taller ya somos muchas. También en su día extrañaba ver a una mujer taxista y hoy no nos sorprende nada, es cambiar el chip. Antes no venían chicas a traer el coche al taller, luego vinieron y le decías de mirar niveles y te decían 'ya se lo diré a mi novio' . Y yo les digo, mira tú, ven para acá, y les doy tutoriales para cosas básicas. Pero ahora ya vienen chicas que quieren aprender.

¿Cómo es el trabajo en el taller?

Abrimos de nueve a una y media y de tres y media a siete y media. Paro para comer. Me paso todo el día aquí. Atender a los clientes, pedidos, piezas, probar los coches, el diagnóstico... No paro. Lo que más me gusta es el diagnóstico, la electromecánica, enchufarle el ordenador al coche. Cuando llegó la primera máquina de diagnosis al taller fue increíble, reúne las dos cosas que más me gustan, informática y coches.

Seguro que cuando sale con amigos, alguno le termina preguntando por temas de motor.

Siempre acabo levantando el capó de algún coche cuando salgo a tomar algo con los amigos. Y cuando no es eso, estoy con la moto o voy a los ralis.

¿Como piloto?

Fui piloto en ralis de regularidad, de coches históricos. En casa tenemos nueve coches, cuatro de ellos históricos, entre ellos un 600 y un Spider que estoy reformando con mi padre.

Hice una entrevista a una chica bombero y copiloto de rali y no falla, en las redes sociales no faltó quien la criticase, que si no tenía fuerza física...

Debe ser envidia, o frustración. Te dicen 'ya me gustaría verla yo bajando una caja de cambios'. Hoy en día hay herramientas y útiles que facilitan el trabajo. Yo peso 55 kilos y el chico que tengo en prácticas es aún más delgado y se hace el trabajo perfectamente. Antes sí, te fastidiabas la espalda mucho.

¿Tiene un becario?

Sí, hace las prácticas. Lo tengo al ojo. Que te gusten los coches y los ralis no es lo mismo que trabajar en la mecánica, es muy dura.

¿Y el futuro?

Aquí, en este taller. Es pequeño pero no quiero moverme, aquí mi padre y mi madre han trabajado y mantuvo a mi familia y es un orgullo continuar.