"Yo he hecho una lista y todos los días llamo a diez, quince o a más para preguntarles cómo están, si necesitan algo, medicamentos, alimentos... Ahora mismo los mayores son la prioridad, tenemos que centrarnos en ellos". El alcalde de Vilasantar, Fernando Pérez, ha adaptado a marchas forzadas su rutina a la crisis del coronavirus. En este pequeño pueblo de 1.213 habitantes, población envejecida y dispersa, el Concello centra todos sus esfuerzos en las personas más vulnerables al Covid-19.

El regidor acude todos los días al Ayuntamiento de 9.00 a 14.00 horas para coordinar los servicios mínimos y atender o contactar vía telefónica con los vecinos, solucionar sus dudas y atender esas pequeñas cosas del día a día que no han quedado en suspenso por la crisis. El servicio vital durante estos días de confinamiento es el de ayuda en el hogar y el alcalde se deshace en halagos hacia las 13 "heroínas" que a diario se desplazan a atender a los mayores dependientes. "Ellas también se merecen un aplauso enorme", dice.

Como medida de protección, ante el riesgo de contagios, el Concello, en consenso con las familias, ha reducido durante estos días este servicio y atender solamente a los mayores dependientes "más necesitados" y a los que vivan solos. A esos "que lo necesitan sí o sí". Con el resto, el Concello intenta mantener un contacto constante, explican, ya sea directamente con el alcalde, los concejales o con personal de Protección Civil o Servizos Sociais.

La inquietud de los primeros días ha dado paso a una extraña calma: "Al principio estaban asustados, pero ahora lo van llevando", explica Fernando Pérez.

Un panorama similar al que dibuja el alcalde de Vilarmaior, Carlos Vázquez. "La gente está en casa, tiene miedo, pero no se están registrando incidencias", explica el regidor de este pueblo de 1.226 habitantes. Él, relata, ha desviado las llamadas a su móvil para atender a los vecinos. "De momento no me ha llamado nadie", relata y añade: "Esto es una aldea, los vecinos están pendientes unos de otros y los concejales miran por las parroquias si alguien necesita algo".

En Coirós reina la "normalidad absoluta", cuenta su alcalde, Francisco Quintela: "La gente tiene miedo y eso es fundamental para que se cumplan las medidas", incide. El mandatario, médico de profesión, explica que mantiene a pleno rendimiento el servicio de ayuda en el hogar para atender a los dependientes y se muestra confiado en que las medidas adoptadas por el Estado permitirán vencer al coronavirus y que lo fundamental es evitar contagios entre las personas más vulnerables. "Estoy convencido de que hay gente que ya lo pasó y ni se enteró", apunta a la importancia de crear resistencias.

El Concello de Carral anunció ayer que reforzará servicios sociales para para atender a los vecinos en situación de "mayor vulnerabilidad" con medidas como la de reparto de alimentos a domicilio y que mantendrá el servicio de ayuda en el hogar salvo que el usuario solicite su cancelación o que un vecino con el apoyo de una tercera persona pueda garantizar la asistencia. Otros pequeños concellos del área brigantina como Aranga, Curtis u Oza-Cesuras también priorizan en estos momentos la atención a mayores y dependientes y personas que viven solas.