El globo de San Roque emprendió ayer el vuelo. A medianoche, como marca la tradición, pero cinco meses antes de la tradicional ofrenda al patrón de los betanceiros. Y en plena cuarentena por el coronavirus. El aerostato anticipó este año su viaje por obra y gracia de Antonio José López Seoane y su hijo de 12 años, que han dedicado diez días de confinamiento a elaborar una maqueta en la que no falta de nada: una plaza abarrotada, la gente agolpada en el atrio de la iglesia de Santo Domingo, los servicios de emergencia desplegados para atender cualquier incidencia y, cómo no, los descendientes de Claudino Pita y sus voluntarios, que deleitaron al público con un hinchado y un vuelo impecable.

“Lo que hace el aburrimiento”, bromea Antonio al ser consultado por los motivos que le llevaron a recrear el vuelo de San Roque. Este vecino de Coirós, más conocido como Nito, es maquetista y su hijo, Antonio, sigue sus pasos. Con solo 12 años, el pequeño ensambló todas las piezas diseñadas por su padre y se encargó de recrear con clicks de playmobil el ambiente de la mágica medianoche del 16 de agosto. Y lo calcó. “La idea era prepararlo de cara a San Roque, pero al estar encerrados en casa lo fuimos acelerando”, explica Nito.

El vídeo del vuelo ha causado sensación en Betanzos, que aguarda que esta anticipada ofrenda les depare la protección de su patrón en esta crisis sanitaria.

Finalizado el vuelo, Antonio López Seoane y su hijo se han puesto manos a la obra para que los betanceiros puedan disfrutar, aunque sea a pequeña escala, de la Semana Santa. Los dos son cofrades y saben lo duro que es perderse los pasos.