Albert Pérez todavía tiene el susto en el cuerpo. Abraza a su bebé recién nacido todavía con incredulidad. Su mujer se puso de parto por sorpresa a medianoche y dio a luz en su casa de Carnoedo, en el rellano de las escaleras, con la ayuda de la Policía Local de Sada y de personal del centro médico, que llegaron a tiempo para cortar el cordón umbilical. "Menos mal que llegó la policía y nos ayudaron, pero el susto no me lo quita nadie", relata este sadense.

El parto llegó sin previo aviso, cuenta. "Mi mujer me dijo que iba al baño y de repente se puso a gritar,sin contracciones previas ni nada", relata. Con el corazón a mil por hora, Albert tomó en brazos a su hija de tres años y la encerró en el salón para que no se asustase y empezó a recoger las cosas para ir al hospital al tiempo que llamaba a su madre y su hermana, que viven cerca, para que se hiciesen cargo de su hija pequeña.

"Metí a la niña en el coche y volví a subir a casa, pero mi mujer no quería salir del baño", cuenta Albert, que dio aviso a emergencias mientras bajaba de nuevo al coche. "Fueron solo unos segundos , pero cuando volví mi mujer estaba en el descansillo de la tumbada y ya asomaba la cabeza del bebé, casi me muero, estaba acojonado, hubo un momento en que me pareció que el bebé no se movía, recuerdo que empecé a gritar, 'sácalo, por favor, sácalo'", cuenta este sadense. Fueron unos segundos de muchísima angustia, admite. La llegada de la policía y del personal médico del centro de salud coincidió con la del pequeño Alberto. "Menos mal que me echaron una mano, me ayudaron a sacar el cordón y a mover a mi mujer", cuenta.

Fueron unos minutos de infarto también para los agentes. Alrededor de medianoche recibieron sendas llamadas del 061 y 112 para que recogiesen a una médico del centro de salud y se desplazasen de inmediato a la vivienda de Carnoedo. "Nos dijeron que ya estaba saliendo la cabeza", cuenta uno de los agentes. Subían las escaleras del edificio cuando oyeron el llanto del bebé. Una agente de la patrulla que se incorporó hace unos meses al cuerpo de Sada y que permanecía todavía en prácticas y la sanitaria del PAC se hicieron cargo inmediatamente de la situación, cortaron el cordón umbilical y asistieron a la mujer durante la expulsión de la placenta.

La mujer, Mara, y el recién nacido fueron trasladados en ambulancia al Materno, donde permanecen ingresados. El pequeño Albert pesó 3,8 kilos, cuenta el padre, orgulloso. Al final, y pese al susto, fue una "buena noticia en plena pandemia", resume el padre.