" Caminante, no hay camino", escribió Machado y cantó Serrat antes de que el coronavirus invirtiera las tornas y dejara al Camino, el de Santiago, sin caminantes que lo recorran. Con la movilidad restringida y el virus aún al acecho, las instalaciones, negocios y servicios vinculados a la ruta hacia Compostela acusan la falta de peregrinos. Los cuatro albergues de la comarca -Betanzos, Miño, Abegondo y Carral- permanecen cerrados, de acuerdo a las directrices de la Xunta; los locales de hostelería de las zonas próximas, algunos con "menú del peregrino", notan una merma entre sus comensales; y establecimientos como tiendas de complementos o recuerdos, supermercados, farmacias y hasta taxis dan fe de pérdida que supone el parón en el peregrinar.

"Cerrado", avisaba ayer un folio pegado en la puerta del albergue carralés de Sergude. En el recinto, trabajadores de la empresa concesionaria de la limpieza y jardinería del Ayuntamiento realizaban labores de mantenimiento y cuidado del entorno y aseguraban que una trabajadora suele acudir a diario para encargarse de trabajos de limpieza en el hospedaje. También el local social situado justo enfrente del albergue y en la misma explanada advertía en la puerta de que las actividades habían quedado "suspendidas hasta nuevo aviso" por causa de la pandemia. "En la zona de As Travesas, suele haber muchos peregrinos. Hay un bar y un carballo al que se abrazan los que pasan por allí", contaba uno de los trabajadores, Javier Lodeiros, encargado de limpieza y mantenimiento de la concesionaria del servicio en Carral, Emprego Social. Aseguró que la bajada en el tránsito de los caminantes "se nota mucho", debido a que en los últimos tiempos se veía a "muchos" por la zona. El impacto en el sector ha afectado incluso a casas rurales del entorno, que contaban con los peregrinos como buena parte de sus hospedados y en las últimas semanas han recibido numerosas cancelaciones.

En Presedo, el silencio, solo roto por una breve conversación de dos vecinas, reinaba en los alrededores del albergue de Abegondo, también cerrado. Casi como una ironía en medio de la incomunicación actual se leía ayer la cita, atribuida a Goethe, que se reproduce en un lateral de la pequeña instalación: Europa se construyó peregrinando a Santiago de Compostela.

El la cabecera comarcal, Betanzos, se nota especialmente la ausencia. "El otro día vimos a un chico con mochila y pensamos que era un peregrino, pero no. Sí que se nota, sí ", cuenta Blanca Rodríguez Sorribas, empleada en la histórica Farmacia Couceiro. Esta botica es parada obligada del caminante, que no solo acude en busca de remedios a sus ampollas sino que aprovecha para sacar foto de emblemática farmacia, la más antigua de Galicia. "Aquí vienen mucho a hacer fotos y a comprar apósitos", cuenta la boticaria tras la mampara que se han visto obligados a instalar por la emergencia sanitaria.

En Tartaruga, la tienda de artesanía y complementos, también echan en falta las visitas de estos infatigables caminantes. "La verdad es que sí, paraban bastante a comprar algún detallito de Betanzos, un trisquel...", cuenta la dueña, Paula Roel. Hace ya casi veinte años que esta emprendedora abrió este establecimiento en el corazón de la zona monumental y, aunque nota un bajón en la facturación por la emergencia sanitaria, se muestra moderadamente optimista. "A pesar de todo, no va mal, la gente tiene ganas de salir y de comprar algo", cuenta.

En las inmediaciones, en la Casa do Queixo, también se muestran esperanzados, aunque "deseando" volver a la normalidad. Y eso pasa también por recibir peregrinos. "A partir de abril empezaban a venir", cuenta Araceli López, que espera recibir a los primeros cuando se permita más movilidad entre provincias. Un deseo que comparten los hosteleros y taxistas: "Lo notamos muchísimo", lamenta un representante de los conductores.