Nuria Fernández está sin trabajo, tiene hijos, y por fin, después de muchos años, tenía un acuerdo con un constructor para vender una vieja propiedad, tres casas abandonadas y en estado ruinoso desde hace años al borde de la Nacional VI en Perillo, y contar con unos ingresos muy necesarios, cuando este pasado viernes los vecinos la avisaron de que habían entrado en estas viviendas seis personas, dos de ellas menores. Acudió a la zona y recibió incluso amenazadas de estos okupantes, por lo que alertó a la Policía Local de Oleiros y presentó denuncia ante la Guardia Civil.

Los okupas son una pareja joven con dos niñas pequeñas y otra pareja mayor. Según los vecinos de los edificios cercanos, llegaron el viernes en una furgoneta y ahora ya se han instalado, a pesar de que las casas no tienen agua ni luz y están en muy mal estado, abandonadas desde hace al menos treinta años (se construyeron alrededor de 1940). Aunque parece una sola vivienda, son tres unidas, de 82 metros cuadrados construidos cada una, y rodeadas de una gran finca con frutales que llega casi hasta el borde de la ría de O Burgo.

"La Policía Local fue dos veces y les identificó. Las casas están tapiadas por delante, rompieron los candados por detrás y entraron y ahora han puesto su propio candado en el portal y no podemos acceder. Al verme sacar fotos me amenazaron, me dijeron que me iban a poner fina si entraba, se cagaron en mis muertos. Estas casas no están habitables, mi hermano subió un día y el piso se vino abajo y se rompió un pie. Por el tejado entra agua, las ventanas están rotas... Si les paso algo, ¿de quién será la culpa?", explicó Nuria Fernández, que heredó esta propiedad de sus padres y tíos y que iba a venderla por fin para tener un ingreso que necesita.

"La Guardia Civil nos ha dicho que al tener menores no puede hacer nada, que nos pongamos en contacto con un abogado. Las niñas deben tener diez y ocho años, calculo", agregó la afectada.

Durante la mañana de ayer se pudo ver a los okupas haciendo ya vida familiar en la casa. En la parte trasera tenían tendida la ropa y el de mayor edad fue a un bar cercano a coger cuatro cafés, que se llevó a la casa. Avisa y le vienen a abrir el candado para entrar. Dentro, aunque no hay luz ni agua, tienen al menos un portátil, según pudo ver la propietaria a través de una ventana. También cuentan con dos perros de pequeño tamaño.

Esta afectada y sus familiares temen que pase lo mismo que con los okupas de A Zapateira, que no puedan desalojarlos salvo que puedan entrar cuando estén todos fuera, por lo que se encuentran todos "desesperados" e "impotentes".

"Estos se meten y traen a más y no se van. Los vecinos les vieron llegar el viernes por la tarde pero ellos dicen que entraron hace cuatro días, conocen la ley, saben que si pasan 72 horas ya están establecidos y nos les pueden echar. La ley les protege, ¿y a nosotros quién?", señalaba una tía de Nuria Fernández, mientras miraba ayer junto a su sobrina la casa que es suya pero a la que no pueden entrar y que ahora miran desde arriba, desde la pasarela elevada situada junto al viaducto de Copigal.

Los vecinos de la zona creen que eligieron estas viviendas porque llevan media vida abandonadas y creían que los propietarios no vivían cerca o incluso que no estaban vivos. Sin embargo, los dueños residen en una vivienda cercana y el vecindario pudo alertarles de forma inmediata cuando vieron que arrancaban candados y metían cosas dentro desde una furgoneta que aparcaron delante, encima de la acera.

El método que suelen utilizar es entrar e intentar pasar desapercibidos los tres primeros días para que se cumplan esas 72 horas establecidas en la ley. En A Zapateira una familia entró hace un mes en un chalé de lujo, valorado en 750.000 euros, e incluso denunció ante la Guardia Civil que les cortaron el suministro de agua, lo que legalmente no se les puede hacer si hay menores. Semanas atrás otras personas habían okupado otra vivienda por el mismo sistema, forzando las cerraduras.

Ahora la familia afectada de Oleiros tiene que esperar al lunes a contactar con un abogado y luchar por recuperar su propiedad.