La sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 1 de A Coruña que declara a los herederos del dictador Francisco Franco poseedores de "mala fe" y les condena a devolver el pazo de Meirás al Estado sin derecho a recibir ninguna indemnización no ha alterado el régimen de visitas al inmueble. Al menos, de momento. Las puertas de As Torres de Meirás se abrieron ayer de nuevo, como cada viernes, para cumplir con lo establecido en la ley de patrimonio por su condición de Bien de Interés Cultural.

Al mediodía, el cupo estaba lleno. El guía, un integrante de la Fundación Francisco Franco al que los descendientes del dictador han encomendado los itinerarios por este bien patrimonial, dio la bienvenida puntual a los visitantes. Cortés, aunque algo distante, comenzó el recorrido. Durante los primeros minutos, daba la sensación que la sentencia, que abrió portadas e informativos a nivel nacional, no había traspasado los muros de este palacete, donde el tiempo parece detenido. Ni una sola mención por parte del guía.

Con voz pausada, el cicerone condujo a los visitantes hasta la capilla que mandó construir Emilia Pardo Bazán y dedicó más tiempo que en otras ocasiones a ensalzar la figura de esta "mujer extraordinaria". Ya en los jardines, llegó la primera pulla al Gobierno. Al aludir al pavoroso incendio de origen desconocido que destruyó la Torre de la Quimera, el guía no perdió la ocasión de apelar al importante desembolso que, afirmó, había realizado la familia para su reconstrucción: "Carmen Franco invirtió cien millones en recuperar el pazo sin ninguna ayuda del Estado. Fue la gran dinamizadora del pazo. Se recuperó gracias a su voluntad", sostuvo.

Ya en el interior del inmueble, la figura de la condesa de Pardo Bazán se fue desdibujando poco a poco y cobrando fuerza Francisco Franco, cuyo busto, con la bandera preconstitucional de fondo, preside las escaleras estilo imperio del vestíbulo. El "Generalísimo", como se le denominó durante todo el itinerario, se convirtió desde ese momento prácticamente en el centro del relato, con alguna que otra alusión a la propietaria original.

El integrante de la Fundación Franco a cargo del itinerario condujo a los visitantes por las estancias abiertas al público mientras un guardia de seguridad, con amabilidad, intentaba que la gente no se agolpase y mantuviese las distancias de seguridad por el Covid-19. En este breve itinerario por el interior del pazo, las miradas se posaron, por indicación del guía, en el retrato del "Generalísimo" con camisa azul y envuelto en la rojigualda; en un cuadro que preside la antigua biblioteca del dictador que rememora el Convoy de la Victoria o, a modo de anécdota, en un bodegón de flores pintado por Franco.

A punto de finalizar la visita, ya en los jardines, salió finalmente a relucir la sentencia que ordena la devolución del pazo de Meirás. En un tono más distendido, el guía de este Bien de Interés Cultural, no dudó en dar su opinión: "A ver qué recorrido tiene? Atribuir mala fe a los nietos es una auténtica negligencia de la jueza. No puede acusar a los nietos de mala fe, ¡a los nietos, que ni habían nacido!", criticó y vaticinó: "Esto llegará hasta el Supremo, al Constitucional... Si pasa a manos del Estado, [el pazo] quedará abandonado. El Estado no puso ni un duro para arreglar los daños causados por el incendio [de 1978]".

Animado por uno de los visitantes, que parecía compartir al cien por cien su punto de vista, el guía, en un corrillo, se explayó en intentar desmontar los hechos probados del fallo. El pazo, afirmó, fue donado a Franco como "coruñés", fue una iniciativa de un grupo de notables y empresarios que crearon una junta y recaudaron los fondos a través de una suscripción popular en los 93 municipios de la provincia. El resto, dijo, lo puso Pedro Barrié de la Maza. Ni una sola alusión a las donaciones forzosas o a las ocupaciones de tierras que recoge el fallo. "Se lo regalaron como coruñés para convertir a A Coruña por unos meses en la capital del Estado. Y se logró lo que se esperaba, Franco no dejó nunca de venir", argumentó, al tiempo que apelaba a la importante contrapartida que, en su opinión, había recibido la provincia por este obsequio.

La conversación se fue animando y el cicerone al que los Franco han encomendado las visitas no dudó en salir en defensa de los descendientes del dictador: "Es una familia perseguida de una forma brutal en los últimos años? Es escandaloso que no dejen que Franco esté enterrado donde quiera su familia, el Gobierno tiene las llaves del panteón", reprobó antes de cargar contra la ley de la memoria histórica, contra su impulsor, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y contra la "izquierda recalcitrante".

La visita llegó a su fin. Otro grupo esperaba ya a la entrada. El Ayuntamiento de Sada, que denunció en numerosas ocasiones los mensajes franquistas que se lanzan desde este Bien de Interés Cultural, ha pedido otra vez a la Xunta que le permitan gestionar directamente los itinerarios.