Globos blancos y azules, bombas de palenque, amplio despliegue de folclore gallego, lágrimas del presidente. Así se inauguró el 26 de septiembre de 1993 el primer tramo de la autopista AG-55 entre

A Coruña y A Laracha. En diciembre de 1997 se abrió el segundo tramo hasta Carballo en un acto por sorpresa, de noche y con grupo de antidisturbios y cordón policial para impedir el acercamiento de unos doscientos integrantes de la Plataforma pola Autovía Gratuita. La "primera autopista gallega", como la anunció en su día la Xunta, fue también la primera de pago para sorpresa e indignación de las comarcas coruñesa y bergantiñana.

Hace treinta años que se anunció por primera vez la ejecución de este vial: el 12 de julio de 1990 el entonces conselleiro de Ordenación do Territorio e Obras Públicas (COTOP), Xosé Cuíña, anunció el proyecto de construcción de la primera autovía íntegramente gallega, una alternativa para reducir el tráfico de la comarcal 552, una de las de más densidad de la comunidad autónoma y también con una elevada siniestralidad. El objetivo era también mejorar el transporte desde los polígonos industriales de Carballo, Sabón, Bens y A Grela (y ahora también A Laracha).

"Yo estuve mucho tiempo sin pagar el peaje, una temporada larga. Llegaba a la cabina y le decía, aún no me pagasteis el trozo que me quitasteis así que tampoco os pago. Y me levantaban la barrera y nada. Me expropiaron 8.000 metros cuadrados de un terreno que ya tenía todas las licencias para construir la casa", cuenta Antonio Patiño, coordinador y portavoz de aquella Plataforma pola Autovía Gratuita que logró las que posiblemente fueron las movilizaciones más grandes de la historia de este territorio, con protestas de hasta 5.000 personas entre vecinos, afectados, sindicatos, entidades culturales, asociaciones empresariales y también políticos, incluso del Partido Popular. También escritores, como Manolo Rivas, que leyó un comunicado en la marcha del 5 de diciembre de 1994.

"Llegamos a estar cuatro días encerrados en el Concello. Yo quedé muy decepcionado, fue una oportunidad perdida, nos engañaron. Incluso podían haber dejado un pago testimonial. Esta autopista se hizo para revitalizar zonas deprimidas y al final lo que se hizo fue penalizarlas. La alternativa de trazado por arriba era la mejor, incluso hoy quedaba como acceso natural al polígono de Morás, no habrían gastado tanto dinero en hacer uno nuevo. Por cierto, también me expropiaron para este polígono, 14.000 metros ", añade Patiño.

Aquellos años en que se inició la construcción de la AG-55, San Caetano, la sede del gobierno gallego, era un sinvivir de proyectos de carreteras. Cuíña y el presidente Manuel Fraga anunciaron por entonces la autopista A Coruña-Carballo (que primero se denominaba como autovía), la vía rápida de O Salnés, la ampliación de la N-550 de Caldas a Pontevedra, la circunvalación de Santiago.

La AG-55, un día, durante varias horas, fue una autopista de ciclistas. Cuando Fraga y Cuíña inauguraron el tramo A Coruña-Laracha en septiembre de 1993, en cuando se fueron, centenares de personas en bici recorrieron la vía. Un año antes, en enero de 1992, Xosé Cuíña dejó de charlar con el entonces alcalde Francisco Vázquez para, en el acto de inicio de las obras, subirse a un bulldozer y pilotarlo unos minutos, una removida de tierra en lugar de primera piedra.

El trazado elegido, el importe de las expropiaciones fijadas, la sorpresiva imposición del peaje, los daños a causa de las voladuras que se realizaron inicialmente (el alcalde de Arteixo, entonces Frutos Martínez, llegó a paralizar los trabajos con barrenos al provocar grietas en las viviendas), todo generó contestación vecinal, también entre las filas del PP. El exalcalde arteixán Manuel Pose estuvo en las manifestaciones en contra del peaje y el regidor de entonces en Carballo, Manuel Varela, no acudió al acto de inauguración.

El PP llegó a apoyar una proposición no de ley en la que se exigía a la Xunta que se ejecutase una autovía, no autopista, y sin peaje, mientras Cuíña defendía esperar a ver el coste concreto de las obras y luego decidir si sería de pago o no. Costó 7.000 millones de pesetas (más de 42 millones de pesetas).

El peaje hoy cuesta, desde A Coruña hasta Carballo, ida y vuelta, 5,10 euros.La adjudicataria de la autopista tiene la concesión hasta el año 2045.