El colegio de Infantil y Primaria Vicente Otero Valcárcel de Carral recibió el pasado mes de junio su tercera distinción de Kilómetro 0 por su alimentación sana y de proximidad, pero los 320 alumnos apuntados a este servicio podrían quedarse sin él. Ahora mismo, para que todos puedan comer y cumplir los protocolos sanitarios, los profesores tienen que hacer de cuidadores también porque el actual número de monitores no es suficiente para atender a los grupos burbuja. Y lo hacen de forma voluntaria, sacrificando tiempo de su vida personal.

Cada día ocho docentes tienen que atender a los escolares en los turnos de comedor, y los lunes llegan a ser dieciséis profesores porque ese día el bus escolar tarda una hora más (tiene que llevar a los de Secundaria) y hay que estar con el alumnado en cada clase esperando.

La directora del centro, Mar Domínguez, considera que no se puede tener a unos profesores haciendo "una tarea que no les corresponde". Añade que por ahora están aguantando pero no es una situación sostenible, por lo que si no se encuentra una solución, se plantearían "cerrar el comedor".

Trece cuidadores en el comedor, al igual que el curso pasado, serían suficientes en circunstancias normales, pero al tener que respetar aforos, grupos pequeños de convivencia y demás a causa de los protocolos por la pandemia, hace falta más personal. También para los cambios de turno, para estar con los estudiantes del primer turno después de que terminen de comer, por ejemplo.

En este centro educativo carralés, al igual que en otros muchos, los profesores llegan a primera hora y se van a las once de la noche, cuando por fin tienen cumplidas todas las exigencias sanitarias, una carga que asumen con los mismos recursos que en circunstancias normales. El Otero Valcárcel informó y pidió ya a la Xunta una solución y está a la espera de que se tome alguna medida para no tener que cerrar su comedor (tienen cocina propia, con el reconocimiento de slow food).

El colegio Ría do Burgo en Culleredo Ría do Burgo en Culleredoya está estudiando la posibilidad de cerrar el comedor por el mismo problema, después de que la empresa que lo gestiona redujese el número de cuidadoras y también los docentes echasen voluntariamente una mano para poder mantener la ratio de monitores por niños en el comedor. Unos cuarenta niños se han dado ya de baja en este servicio por el temor de los padres a que no se garanticen las medidas de seguridad.

La situación es similar en el colegio de Infantil y Primaria Sofía Casanova de Culleredo. Aquí se han dado de baja "más de cincuenta escolares", según directivos del Anpa El centro aún no ha celebrado consello escolar para tomar alguna decisión pero la asociación de madres y padres ya ha adelantado que apoyaría a la dirección del colegio si decidiese clausurar el comedor también, a pesar de que ellos mismos serían los primeros perjudicados "por los problemas para conciliar".

Todas estas comunidades escolares coinciden en una valoración: si profesores, padres, cuidadores, a todos se les exige que tomen medidas y sigan protocolos, ¿por qué no se le exige lo mismo a las empresas que gestionan los comedores escolares? Las adjudicatarias mantienen el mismo número de monitores que el curso pasado, sin adaptarse a las nuevas circunstancias, y en algunos casos como el Sofía Casanova o el Ría do Burgo, incluso han recortado monitores, aunque mantienen la ratio acordada por contrato. Los padres piden "actualizar" estos contratos.

"Aún faltan por incorporarse al comedor los de Infantil que están en adaptación, cuando lo hagan la semana que viene habrá más problema. Los cambios de turno, desinfectar, no da tiempo, es imposible. Si la dirección decide cerrar, lo apoyamos al 100%", afirman desde el Anpa.