Dicen que los betanceiros pillan los chistes al vuelo. Y es que no hay mejor entrenamiento que el globo de San Roque para captar en un abrir y cerrar de ojos las bromas y chascarrillos. El ilustrador Xoán Manuel Andrade Vidal propone en la última edición del Anuario Brigantino un breve repaso por este centenario "soporte gráfico original" a base de papel de estraza que todos los años, antes de perderse en la noche, arranca una sonrisa a los cientos de personas que se agolpan en la plaza.

Este dibujante y profesor reflexiona en su artículo sobre las características fundamentales que deben tener las viñetas que todos los años los betanceiros dedican a su patrón. Y es que no todo vale. Hacer humor de altura no es fácil. Y las viñetas del aerostato no se andan con sutilezas, explica Andrade, artista que ha dejado su huella en más de un vuelo. El dibujo debe ser grande, sencillo y sin excesivos ornamentos que puedan dañar el papel. Estas "viñetas-mural" deben mover a la risa sin rodeos. "Se deben leer en muy poco tiempo, en cuestión de segundos, mientras el globo realiza su giro antes de ascender", explica.

El tiempo es limitado, pero suficiente para una crítica a los acontecimientos más relevantes del año. Y los políticos son un recurso inagotable. Es un humor, resume Andrade, "entre inocente e incisivo, entre irónico y socarrón" que "saca la punta" a determinados acontecimientos para arrancar una sonrisa, "sin más pretensiones". Ni menos. Son 14 cuarterones, 14 viñetas que comparten con el globo su condición de "únicas y efímeras". Dos cualidades que, apostilla Andrade, les obligan a "renacer cada año".