La Cros era un testigo de la historia y un símbolo de Culleredo pero desde su cierre como fábrica de abonos a finales de los ochenta, ha sido desvestida poco a poco de su valor como patrimonio industrial. Tenía sentido su rehabilitación hace años, cuando contaba con la cinta transportadora y la chimenea de ladrillo que fue volada con dinamita en 2002 a pesar de la oposición cerrada de los arquitectos. Hoy solo es un esqueleto de columnas de cemento para el que cada cierto tiempo se anuncia un proyecto estrella. Con el anterior alcalde Julio Sacristán se proyectó un auditorio, con el actual, José Ramón Rioboo, se apuntó que había negociaciones con una fundación para crear un museo del automóvil (la Fundación Jorge Jove también buscó en A Coruña una sede para su colección de vehículos históricos). Rioboo acaba de anunciar otro proyecto: un centro de investigación sobre economía circular.

El Gobierno cullerdense asegura que va a hablar con la Xunta y con el Gobierno central para que le apoyen en esta idea de convertir la antigua fábrica en un "referente de economía circular del sur de Europa" (producir de forma sostenible) a semejanza de actuaciones similares como el Circular City de Peterborough en Inglaterra o el club de ecoinnovación digital de Tampere en Finlandia.

El plan del alcalde para estos terrenos en O Burgo no carece de ambición: tiene la visión de ser un centro que tienda "puentes a la innovación transfronteriza" y contribuya al "desarrollo industrial y social", una economía verde que contribuya a luchar "contra el cambio climático.

Rioboo ha señalado que este centro de economía circular incluirá un área de investigación e innovación (en colaboración con la Universidad), servicios tecnológicos, incubadora de empresas y experimentación en biodiversidad (en colaboración con la Reserva de Biosfera). Tendría además salas de actividades, auditorio y otras dependencias. Eso sí, primero habría que rehabilitar este espacio, algo que se intenta desde hace una década.

El exregidor Sacristán anunció en 2001 un centro cultural con auditorio para 600 personas, sala de exposiciones (se llegó a redactar un proyecto). La demora de la inversión de la Xunta primero y después del Estado, el retraso en la descontaminación de los terrenos y luego la crisis económica, frenaron esta costosa idea, que ahora se encuentra también con otra crisis, a causa de la pandemia por el Covid.