"Nos parten en dos la propiedad; nuestra casa sigue en Miño, pero la huerta pasa a Pontedeume", relataba ayer enojada una vecina del núcleo de Bollo. A esta mujer, como a otros residentes en esta aldea, le ha cogido por sorpresa un cambio de los lindes derivado de la entrada en vigor del Plan Básico Autonómico de la Xunta. "No sé a quién se le ocurrió pasar una línea así, sin hablar con nadie y sin criterio ninguno, es un absurdo total", lamentaba esta afectada.

Su hija asiente con un mohín de disgusto. Y es que a ella, dice, este cambio de fronteras le afecta especialmente. Hace dos años que pidió licencia para instalar una pequeña clínica veterinaria en un anexo de la casa que colinda con la huerta que, "de repente", ha pasado a formar parte de Pontedeume: "Ahora si quiero hacer una ampliación paso a depender de otro ayuntamiento y todo el expediente lo tengo en Miño", relata esta joven, que se muestra especialmente indignada por el hecho de que no se les haya dado ni voz ni voto en este cambio: "Nos enteramos por casualidad, por el boca a boca... ¿Cómo se pueden cambiar los límites así, sin hablar con nadie?", se pregunta.

Este sorpresivo desplazamiento de las fronteras ya ha tenido consecuencias. En concreto, ha impedido al Concello de Miño arreglar un camino que ha pasado a pertenecer al municipio de Pontedeume y que permanece ahora en un "limbo", lleno de socavones, a la espera de un acuerdo intermunicipal.

El alcalde de Miño, Manuel Vázquez Faraldo, ha mantenido varias reuniones con su homólogo de Pontedeume, Bernardo Fernández, para consensuar medidas que minimicen los trastornos que estos cambios han provocado en los residentes afectados y que garanticen los servicios en esta zona fronteriza. Según explicó ayer el regidor a consulta de este diario, el Plan Básico Autonómico utilizó los límites que establece el Instituto Geográfico Nacional y que no coinciden con los del planeamiento aprobado en 2002. "Los límites del Plan Básico Autonómico prevalecen y cambiar los del Instituto Geográfico podría llevar muchos años", apunta Faraldo, que ha mantenido varias reuniones con los técnicos para analizar posibles soluciones.

Los dos concellos han acordado suscribir un convenio para intentar restablecer en la medida de lo posible los lindes originales, especialmente en las zonas más conflictivas. Este acuerdo, apuntan, deberá ser ratificado por la Xunta.

Un camino a ninguna parte

El camino de Bollo que pertenecía hasta hace poco a Miño y que ha pasado ahora a Pontedeume finaliza abruptamente a la altura de la casa de Antonio Gómez. Este sendero ya se repartía históricamente entre los dos municipios, pero solo Miño lo tenía inventariado. El tramo final, que desembocaba en la carretera, estaba en territorio eumés, pero no figuraba en el catálogo del Concello, explican desde la asociación vecinal de Boebre, que piden a los dos concellos que se pongan de acuerdo.

Los residentes en esta zona recuerdan que hace años, el camino continuaba hasta la carretera general. "Podían pasar carros", afirman los residentes, que ven preciso dar una salida. "A mí personalmente me perjudicaría, porque me pasa frente a mi casa, pero para el pueblo es importante que se abra", resume Antonio Gómez.