El Fórum Celticum de O Burgo tramita su cierre definitivo. Tras acumular meses de inactividad por las restricciones dictadas por la pandemia, y cerrado ahora por la prohibición de abrir a locales considerados de ocio nocturno, entre los cuales se incluyen las salas de conciertos, el establecimiento que durante más de dos décadas ejerció como referente de la música en vivo en el área coruñesa prepara su adiós.

El local habría cumplido el 3 de marzo 22 años, en los que ha mantenido hasta el final su apuesta por ofrecer conciertos. Numerosas bandas locales, de distintos estilos musicales, han desfilado por el escenario del Fórum, que en los últimos tiempos se había hecho un hueco en la ruta de giras españolas e internacionales de artistas como Eric Martin -cantante de Mr. Big-, Kee Marcello -guitarrista de Europe- o la banda madrileña Hamlet.

El Fórum bajará la persiana antes de cumplir los 22, confirman fuentes próximas a la gerencia, y su despedida se suma la del Bâbâ Bar, una de las salas de referencia en la oferta cultural, integrante de la asociación Clubtura, que no ha conseguido resistir el embate de la pandemia y las medidas decretadas para combatirla.

El cierre del Bâbâ Bar fue la "primera pedrada", en palabras de la cantautora Silvia Penide, la despedida que puso bajo el foco el desamparo de un sector que se siente "ninguneado". El adiós del Fórum Celticum asesta otro golpe a la vida cultural de la comarca. Otros locales que ofrecen conciertos en vivo cruzan los dedos. No todos están en la misma situación, apunta Queta Soto, una de las alma máter del Café Cultural Melandrainas, que distingue entre locales como el suyo y las salas, incluidas en los establecimientos de ocio nocturno, que tienen en los conciertos su principal fuente de ingresos. "Nosotras intentamos llevarlo como podemos, pero muy a medio gas", relata esta empresaria, que lamenta la situación a la que se han visto abocados los músicos, técnicos y otros trabajadores del sector. "En una situación tan voluble, tan inestable, es muy difícil navegar", apunta. Ella comparte la sensación de que se "está demonizando" al sector. "La cultura es segura y nosotras peleamos todo lo que podemos para hacer cosas, la gente necesita sociabilizar" , incide. En Melandrainas mantienen a medio gas sus grupos de teatro y lanzaban ayer un mensaje de apoyo a todos los trabajadores del sector de la música: "Queremos que sepan que estamos aquí, de esta manera, pero que estamos".

Otro local que también manda un mensaje de apoyo al sector es el Café Lanzós. Sus viernes de música en vivo siguen en el aire. Con los aforos actuales, no es viable, apunta Adolfo Sánchez. Este veterano hostelero de Betanzos conoce de primera mano "auténticos dramas" y alzaba ayer la voz para reclamar un trato justo para un sector que la Administración parece haber olvidado. "El Estado tiene que poner pasta, dar ayudas, hay mucha gente que vive de esto, músicos, técnicos, de sonido, de luces, empresas de alquiler de equipos...", apunta.

Una de las responsables del Barbazul, en Miño, lo puede contar en primera persona. María José Cabana, Astrogirl, puede dar testimonio de la situación detrás de la barra y sobre el escenario. Su local, recalca, no es una sala de conciertos y hace ya meses que dejó de programar. "Nos parecía desleal, si las salas de conciertos no pueden, no lo vamos a hacer nosotros", apunta. En verano ofrecieron conciertos de pequeño formato que hicieron un poco más llevadero un estío atípico y ayer, como hostelera y como música reivindicaba igualdad en el trato: "No ha habido contagios en espectáculos, no pueden tener las salas cerradas, hay mucha gente que vive de esto", apuntaba.

Un local que aguarda también por una vuelta es la Cova do Pirata, en Sada, que reabrió en abril de 2019 tras una costosa reforma como sala de conciertos y que ha pedido sin éxito que les permitan realizar espectáculos de pequeño formato. La Terraza de Sada no ha vuelto a programar "por seguridad", explica Uno de sus gestores, Antonio Fariña, apela al bajón de la actividad hostelera en Sada y ve preciso más ayudas para el sector. "Hoy solo tengo una mesa y no hay un alma en la calle", apuntaba ayer a la tarde este empresario.