La entrega de las llaves del pazo de Meirás al Estado el próximo 10 de diciembre permitirá reformular los itinerarios por este Bien de Interés Cultural, del que hasta ahora solamente se muestra al público una pequeña parte y acompañada además del relato sesgado del guía de la Fundación Nacional Francisco Franco. El traspaso al patrimonio público de As Torres, aún provisional, pondrá fin a la anomalía de que sea una asociación franquista la que muestre el inmueble y utilice los itinerarios para lanzar mensajes elogiosos del dictador. O más bien, del "Caudillo" o el "Generalísimo," porque el término "dictador" no se pronunciaba hasta ahora intramuros de As Torres de Meirás.

Administraciones, historiadores, expertos en patrimonio y colectivos por la recuperación de la memoria histórica coinciden en la necesidad de cambiar el relato que se ofrece en las visitas y comenzar a reflexionar sobre la resignificación de este espacio, diseñado por Emilia Pardo Bazán que en 1938 se convirtió en la residencia oficial del dictador tras su adquisición mediante donaciones, en muchos casos forzosas, aportaciones de fondos públicos y retracciones en nóminas de funcionarios y trabajadores, como detalla la sentencia que ha ordenado su devolución.

El Estado todavía no ha aclarado qué administración se encargará de gestionar las visitas. Como Bien de Interés Cultural, el pazo debe abrir sus puertas al menos cuatro días al mes y el Concello de Sada ya se ha ofrecido a firmar un convenio interadministrativo para gestionar a partir del día 11 de diciembre las visitas que, defiende el alcalde, Benito Portela, deben girar en torno a la "memoria democrática y de Emilia Pardo Bazán". La Xunta también se ha ofrecido a gestionar el pazo de Meirás, que quiere dedicar a "usos culturales" y de "investigación", pero de momento no ha recibido una respuesta. La Diputación apunta a la necesidad de reunir a la Xunta Pro Devolución do Pazo para comenzar a consensuar una propuesta de usos en un futuro, de ratificarse la sentencia, y apela a la necesidad de analizar ya qué piezas y espacios se muestran a partir de ahora en las visitas. "No sería tolerable que continuase siendo destino de franquistas trasnochados y un decorado kitsch de la dictadura", apunta el diputado de Patrimonio, Xosé Luis Penas.

Historiadores que participaron en las comisiones para recuperar este inmueble ponen el acento también en que la reconversión del pazo de Meirás en un espacio de memoria y reparación debe estar precedido de una "reflexión compartida", un debate "plural" en el que participen las administraciones, colectivos culturales, historiadores, expertos en patrimonio o entidades de recuperación de la memoria, como apuntan Manuel Pérez Lorenzo, coautor de Meirás, un pazo, un caudillo, un espolio, y Emilio Grandío, profesor de Historia Contemporánea de la Universidade de Santiago que participó en las comisiones de expertos impulsadas por Xunta y Diputación para recuperar el pazo de Meirás. Estos dos historiadores creen que a la hora de plantear las visitas por este espacio y de resignificar el pazo en un futuro deben marcarse dos objetivos fundamentales: restituir la memoria de Emilia Pardo Bazán y ofrecer "una explicación de la dictadura en clave democrática".

La elaboración ahora de un inventario de todos los bienes del pazo de Meirás ofrece una oportunidad para reflexionar sobre su futuro, de debatir sobre qué piezas deberían permanecer en este espacio por su significado, por su importancia para contextualizar este sitio histórico y cuáles deberían retirarse para evitar que Meirás sea un lugar de exaltación del franquismo.

Las visitas a cargo de la Fundación Francisco Franco fluctúan entre doña Emilia y el dictador, pero la huella de la escritora, presente especialmente en la capilla y en las alusiones arquitectónicas, se diluye al entrar en el pazo. Desde el busto de Franco y la bandera preconstitucional que preside la escalera estilo imperio, a los retratos de Zuloaga o Sotomayor del militar golpista, uno de ellos en camisa azul y envuelto en la rojigualda, la pintura que rememora el Convoy de la Victoria o los trofeos de caza, Franco se convierte en el auténtico protagonista del relato. El guía se detiene incluso en una pintura, un bodegón de flores. "Lo pinto Franco", destaca.

El catedrático de historia contemporánea y presidente de la comisión de expertos de la Xunta, Xosé Manoel Núñez Seixas, ve preciso reflexionar sobre otros ejemplos de resignificación de residencias de dictadores y alerta del riesgo de "humanizarlos" y en la necesidad de establecer una "narrativa crítica". Es un punto en el que coinciden todos los historiadores: "Hay que cambiar el relato y ofrecer una explicación de la dictadura en clave democrática en la que no se vean reflejados los nostálgicos del franquismo", apunta Grandío. El diputado de Patrimonio, Xosé Luis Penas, incidía también ayer en este punto y se mostraba partidario de evitar mostrar las piezas que tienen como "objeto la exaltación del franquismo y que hacen del pazo en la actualidad una especie de castillo de los horrores".

Para mudar el relato, Pérez Lorenzo plantea que, de cara al futuro, si la Justicia ratifica la devolución del pazo, debe sopesarse musealizar una parte "como lugar de memoria de la dictadura y de reparación de las víctimas" que ofrezca un relato de cómo se obtuvo, "la represión, las coacciones, la ocupación de tierras"; de su uso durante la dictadura y de su recuperación por parte del Estado, "como ejemplo de otras muchas cuestiones que quedan pendientes". Este historiador apunta además a la necesidad de ser cauteloso con las piezas que se muestran para evitar convertir As Torres en un mausoleo de Franco y aboga por abrir estancias hasta ahora ocultas, como la biblioteca de Pardo Bazán, que la Xunta prevé declarar Bien de Interés Cultural por la vía de urgencia