El pasado sábado entró en vigor el cierre perimetral de seis municipios de la comarca de Bergantiños, que se suma al ya existente para otros cinco en A Coruña. En el medio de estas dos zonas se ubica A Laracha, que se ha convertido en una especie de isla. El único límite que se puede sobrepasar con total libertad por cualquier motivo es el de Cerceda. Los de Arteixo y Carballo solo se pueden pasar por causas justificadas. Los buenos datos de casos activos del municipio, que rondan la veintena, permite al concello estar libre de las restricciones más duras.

La hostelería larachesa puede seguir abierta al público, como se pudo ver ayer durante la celebración de la feria, donde también hubo una carpa en la que se servían y se podían tomar raciones de pulpo. En el único bar cercano que estaba abierto se podía ver bastante gente en la terraza y en el interior. En cuanto a los controles, ayer a media mañana no había ninguno a pesar de que la frontera con Arteixo está a pocos metros del recinto ferial.