Llegó diciembre y con él, la celebración de la Navidad. A pesar de lo estrepitoso y los desafortunados acontecimientos en los que está envuelto el mundo, por la llegada del COVID-19, por suerte hay cosas que no cambian. Nos referimos a la ilusión y la magia que se palpa y manifiesta en las caras de nuestros pequeños el día de la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos. Sin duda, estas fechas son de y para, los niños y las niñas.

Época de regalos, decoraciones, compras y despilfarros, a veces en demasía… es el momento en el que como poseedoras de las tres “M” (madres, mujeres y maestras) pensamos en todo lo que transmitimos, sin querer, por lo bajito, a nuestros hijos y alumnos. Podríamos dedicar este artículo al consumismo y/o a pensar en cuántos niños habrá sin juguetes este año 2020… pero, en esta ocasión (no por ser la anterior menos relevante) nos centraremos en la dificultad de estos días, para los Seres Mágicos (en algunas casas, Papá Noel; en otras, los Reyes Magos; o incluso, ambos) a la hora de escoger qué dejar en el árbol; dado que en el mercado existe una inmensa variedad de juguetes y, por desgracia todavía, muchos de ellos están fuertemente estereotipados.

Al hablar de estereotipos, nos referimos a esa idea o ideas que nos formamos y que determinarán cómo se tiene que comportar alguien, lo que le debe gustar o cómo debe actuar en base a nuestra sociedad. Seamos claros, hay a la venta, incluso en estantes bien diferenciados: “juguetes de niñas” y “juguetes de niños”. En los primeros, predominan las muñecas modelo, la purpurina, los bebés y todo lo que tiene que ver con el cuidado y el espacio doméstico; en el otro lado, como si de una verdadera oposición se tratase, nos encontramos con: juguetes de deporte, pistolas, máscaras de superhéroes, pelotas y todo aquello vinculado a la fuerza, al poder y al espacio público.

Pero no solo hay estereotipos de género, también los hay en cuanto al lugar de origen, la orientación y/o identidad sexual, por el hecho de ser una persona con discapacidad, etc. Encontrar juguetes a la venta con diversidad funcional no es fácil y en ocasiones, de haberlos, cumplen con el patrón erróneo de infantilización (no ser capaces de hacer las cosas por ellos mismos, no ser personas autónomas) y de no poder cuidar, pues se cree que ellos siempre necesitan ser cuidados.

Toda esta información transmitida a través de mensajes subliminales invade nuestras casas, sin pedir permiso, a través de las poderosas imágenes que consumimos pasivamente en la televisión, la decoración en las tiendas, las canciones, las apps y como no, los videojuegos y juguetes.

Como Estado, aprobamos y defendemos la lucha por la igualdad de oportunidades y la aceptación de la diversidad, acorde a lo establecido en nuestra ley democrática, La Constitución Española; e incluso, a nivel internacional con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) marcados en la Agenda 2030 por la ONU, entonces … ¿qué estamos haciendo? Solo hay un poder capaz de transformar verdaderamente estos estereotipos y se llama: “educación”. Enseñar desde casa y en las escuelas a ser personas críticas y descubrir que normalizaremos, aquello que nos oferten una y otra vez, a través de mil canales distintos.

Por eso, para terminar diremos que es vital visibilizar la igualdad y la diversidad para que se refleje indudablemente en la sociedad, aquella que anhelamos.

Así, estas Navidades, piensa con la cabeza. Reflexiona qué es lo que quieres transmitir; no compres a tus hijos, lo que no quieres que piensen, sientan y sean. En esta Navidad piensa con igualdad, piensa con diversidad.