La Asociación Mestura, con sede en Culleredo, celebra haber recibido el Premio Galicia de Acción Voluntaria a la entidad de acción voluntaria del año, en la modalidad colectiva. Su directora, Liliana Rodrigues, recuerda que la asociación nació de la acción voluntaria, por lo que tiene el voluntariado “de raíz, de origen”.

¿Sí?

Sí, hasta 2007 más o menos no fue una entidad profesionalizada, no tenía técnicos directamente contratados, sino que eran las personas socias de la entidad que realizaban actividades de sensibilización. Eran personas que prestaban su tiempo de forma altruista. Mestura, con ese antecedente que ya tenía de raíz, de origen, siguió aplicándolo. Las personas que se acercan a Mestura a prestar su tiempo, a prestar voluntariado, son personas que tienen una experiencia migratoria importante y que deciden colaborar de alguna manera en algún proyecto para ayudar otras personas que están pasando una situación que ellos ya pasaron. Una fórmula secreta no hay. Tratamos de cumplir las expectativas del voluntariado.

¿Qué quiere decir?

Tenemos muchas solicitudes de voluntariado que a veces no conseguimos atender. Intentamos que los voluntarios se sientan partícipes, protagonistas en los proyectos. Desempeñan un papel activo.

Con la crisis derivada de la pandemia, habrá empeorado la situación o subido la demanda.

Las dos cosas. A raíz de la pandemia, desde abril, la situación se ha agravado en el sentido de que ha afectado a personas que estaban logrando mejorar la situación que arrastraban. Y otra gente que a lo mejor tenía empleos precarios o con economía sumergida se ha quedado sin empleo y sin reconocimiento de algún tipo de prestación que pueda ayudarles a aguantar sin trabajo. La mayoría de personas que nosotros atendemos están en situación irregular, regularizando situación por asilo o esperando a tener un arraigo o cualquier otra situación, pero en el momento en que estás esperando a mejorar esa situación tienes que buscarte la vida. ¿Y cómo lo haces? Con economía sumergida, empleos no reconocidos. Son los empleos que más sufrieron. Bueno, todos, pero esos han sufrido en silencio porque se han destruido y no están registrados ni contabilizados estadísticamente ni tienen una prestación que ayude a superar o sobrevivir.

Y estas personas han demandado ahora más ayuda.

Hemos estado ayudando a ochenta y pico familias aproximadamente desde el mes de agosto hasta ahora. Y ahora en diciembre, gracias a la colaboración de la Fundación Mapfre, hemos dado 109 tarjetas más de 150 euros para que las familias puedan comprar un juguete, comida, ropa... Llevar algún tipo de recurso para que puedan ir aguantando.

¿Cuánto ha subido el número de usuarios en el último año?

No ha crecido en número de usuarios nuevos. Tenemos unos 430 usuarios, la misma cifra prácticamente que el año pasado. Con el estado alarma y el COVID-19, se ha reducido la llegada de personas de fuera. De hecho, hemos tenido gente que se ha marchado a su país porque se quedó sin trabajo, tenían que pagar un alquiler, no tienen familia a quien acudir... Lo que se ha incrementado es el número de demandas. Usuarios que antiguamente habían pasado por la entidad hace años, que estaban bien y que han retomado otra vez las demandas de atenciones. Registramos entre 17 marzo y 31 mayo unas 1.800 atenciones de diferentes servicios. Tuvimos un equipo trabajando algunos días con 12 horas de atención. Y obviamente creció muchísimo la demanda de atención psicológica. Y de recursos.

¿Qué diría a los que aseguran que a todo inmigrante que llega a España se le dan ayudas?

Eso es un bulo que no sé quién lo ha sacado ni por qué. Para acceder a cualquier ayuda tiene que haber un padrón, un tiempo de estancia... Un emigrante irregular no accede fácilmente a las ayudas. Atendemos a más 400 personas al año y no conozco a personas que de primeras lleguen aquí y ya tengan una ayuda.

¿Hay solicitudes de gente que no pueden atender?

No. En eso sí que no. Ahora somos doce, ampliamos plantilla en noviembre. Hace un año éramos ocho. Por tema de espacios, estamos cubriendo más sitios. Los ayuntamientos nos ceden espacios. Atendemos a gente en Sada, , Betanzos, Cambre, Cerceda, Oleiros, Ordes, Frades… Algo buenísimo en la pandemia es que hemos establecido una coordinación mucho más fluida con los ayuntamientos y nos ceden espacios. Eso permite atender a todas las demandas. Esperemos que el año que viene, si me vuelves a entrevistar, te diga que ha bajado el número de demandas y tenemos menos usuarios, pero me temo que lo de este año va a durar un poco más. Realmente la crisis económica se va a empezar a ver para el año que viene. Y lamentablemente quienes van a sufrir van a ser las personas en situación vulnerable.