Ni la advertencia de la Xunta de que la Dirección Xeral de Patrimonio no autorizaba el derribo ni la alerta del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) de que la tramitación no se ajustaba a la legislación en materia de edificaciones protegidas mudaron la postura del Concello de Oleiros. El l último día del año, el Ayuntamiento derribó la Casa Carnicero, un edificio centenario obra de Rafael González Villar, que en julio sufrió un incendio y que en los últimos días vio como por efectos de los temporales se veían abajo algunos de sus elementos.

En torno a las 14.00 horas del 31 de diciembre, llegaban a las inmediaciones del inmueble un par de excavadoras de la empresa López Cao, contratista habitual del Concello, oleirense para efectuar los trabajos derribo desde el interior y desde el exterior en una casa, que estaba en muy malas condiciones.

Según el Ayuntamiento, ese estado del edificio obligaba al derribo para evitar desprendimientos que pudiesen causar daños personales, aunque la Xunta no daba permiso a las obras. Una hora más tarde del inicio de las actuaciones, Carreteras cortaba el carril del puente de A Pasaxe contiguo a la edificación. Poco después, esta joya modernista quedaba reducida a escombros.

La joya modernista desaparece tras décadas de abandono a pie de la ría de O Burgo, de desidia y de alertas desoídas por parte de las administraciones. Difícil imaginar un epílogo tan triste para una casa que fue testimonio de los buenos tiempos para el marisqueo de la ría de O Burgo.

Esta vivienda singular fue diseñada por Rafael González Villar a principios del siglo pasado para el industrial Enrique Carnicero Ríos, propietario de un parque de cría de ostras al pie de la casa muy que llegó a gozar de gran popularidad.

El Concello de Oleiros derriba la casa Carnicero el día de Fin de Año

El Concello de Oleiros derriba la casa Carnicero el día de Fin de Año Marta Villar

La vivienda, que también fue bar y estanco, tenía un merendero al que acudieron a degustar las ostras Lola Flores o Manolo Caracol, como aún recuerdan con nostalgia los mayores de Oleiros. Su declive fue paralelo al de la ría. De nada le ha valido a la Casa Carnicero su catalogación en el plan general en 2009. La protección resultó papel mojado. La ficha ya calificaba entonces de “regular” el estado de conservación de esta casa modernista y fue a peor con el tiempo sin que ninguna administración moviese ficha para frenar su deterioro. De nada valieron las denuncias de vecinos y entidades culturales, ni tampoco los reportajes en prensa que alertaban del declive de la edificación protegida.

El misterioso incendio que se declaró a última hora de la tarde del 17 de julio, del que todavía no han trascendido las causas, puso la puntilla a casa colonial. Las llamas devoraron en cuestión de minutos la singular escalera de madera que comunicaba las tres plantas y las curiosas molduras ornamentales que decoraban techos y paredes.

El día después del incendio, el Gobierno local que dirige Ángel García Seoane supeditó el futuro de Casa Carnicero a las conclusiones de un informe técnico. El regidor culpó a ocupas del incendio y afirmó que negociaba justo en ese momento con los propietarios la cesión de la vivienda para proceder a su rehabilitación. García Seoane defendió que había instado su rehabilitación a los titulares y que estos se opusieron alegando motivos económicos y que ofrecieron su cesión gratuita al Concello, que debería asumir a cambio las labores de restauración: “Ya teníamos todo cerrado y estábamos pendiente de ir al notario para firmar”, afirmaba hace seis meses.

Pocos días después del incendio, el Concello anunciaba que procedería al derribo de la vivienda. Fundaba su decisión en las conclusiones del arquitecto municipal, que veía irrecuperable la vivienda. El anuncio propició una campaña de recogida de firmas a través de Change.org para exigir la conservación y restauración de la vivienda, mientras que los vecinos de los edificios próximos apoyaban su demolición por el riesgo de desprendimientos y cargaban contra el Concello de Oleiros por no haber tomado medidas para preservar este bien mucho antes.

En los últimos días, el Colexio de Arquitectos alertó de que la tramitación del derribo no se ajustaba a la legislación y la Xunta advirtió de que carecía de autorización y de que había advertido el 18 de agosto al Concello de Oleiros de que debía presentar un proyecto de rehabilitación.

Las advertencias no valieron de nada. Solo unos días después de que el Concello anunciase la cesión gratuita por parte de los propietarios, las máquinas entraron en la parcela y redujeron a escombros los restos de este inmueble protegido.