El Juzgado de Instrucción número 2 de Betanzos acogió ayer la primera ronda de declaraciones por el asesinato de Oza-Cesuras. Los testimonios no han servido para arrojar luz sobre las zonas en sombra del asesinato de la joven Cristina N. T. de un disparo en la nuca. La jueza tomó declaración al viudo, a la mujer del supuesto asesino, a compañeros de trabajo del detenido, al dueño de la pistola utilizada en el crimen y a vecinos de la víctima que presenciaron la huida.

Todo apunta a que el supuesto asesino, Alberto S. P. , un transportista de 51 años, acudió a la casa de la víctima con el objetivo de vengarse del marido, compañero de trabajo de su pareja y con el que esta había mantenido una estrecha relación en el pasado, pero quedan todavía muchas piezas por encajar.

El viudo y la esposa del detenido ratificaron sus declaraciones ante el cuartel. Relataron que habían mantenido una relación cercana de amistad en el pasado, que no íntima, y admitieron que se veían a escondidas y que dejaron de hacerlo tras descubrir su relación sus respectivas parejas.El viudo admitió ahora que sí hubo "tonteo", pero que no llegó a consumarse, que "no hubo sexo", aunque se cruzaron mensajes en ese sentido. Los contactos cesaron tras llegar a oídos de la víctima, que llamó al supuesto asesino para preguntarle si él estaba al corriente. La estrecha amistad que el viudo y la mujer del presunto asesino admiten haber tenido dio paso entonces a desencuentros y se agrió hasta el punto de que ella llegó a denunciarle por acoso laboral en la empresa. Él negó este supuesto acoso y dio a entender que ella había malinterpretado la relación; ella, que él no había aceptado su término.

Una de las encargadas de la compañía de paquentería en la que ambos trabajaban declaró en el cuartel que la denuncia por acoso dio pie a la apertura de una investigación interna que seguía abierta en el momento del crimen. La mujer del detenido llevaba meses de baja por ansiedad. Compañeros de trabajo del Alberto S. P. declararon que no habían advertido nada extraño en el comportamiento de Alberto S. P., que les había comentado que su mujer lo estaba pasando mal por un caso de acoso laboral. Negaron haber percibido en alguna ocasión que trabajase bajo el efecto de sustancias estupefacientes. A la salida de los juzgados uno de ellos evitó responder a las preguntas de los medios y afirmó estar todavía en "shock" por lo ocurrido.

El policía retirado propietario del arma utilizada en el crimen negó conocer al supuesto homicida y apuntó a que alguien pudo sustraerla de su casa sin que se diese cuenta. El supuesto asesino, que declaró que estaba drogado el día del crimen, lleva en prisión desde el 28 de enero, tras recibir el alta por las heridas que se hizo al huir y un infarto. Alberto S. P. se ha negado hasta ahora a responder a las preguntas de las partes sobre los motivos que le llevaron a acudir a la casa de la víctima provisto de un arma, grilletes, cadenasy munición en un momento en que Cristina N. T. se encontraba sola recuperándose de una operación. La mujer del presunto homicida afirmó en sede judicial que esa tarde su marido abandonó el domicilio sin decirle adónde iba. En los días previos, añadió, su esposo tampoco le había comentado nada que le pusiese sobre aviso.

El juzgado espera aún por el resultado de varios análisis, entre otros, el de los informes toxicológicos.

A la salida de los juzgados, el viudo declinó hacer declaraciones a los medios.