“Mis niños, de 3, 7 y 9 años, ya saben que todo lo que manejan, como las pelas de plátano o mandarina, tiene que ir a un cubito que tenemos en la cocina, que luego vaciamos para el compostero”, explica Juan Otero. Este vecino de Cambre es uno de los 1.100 residentes en ayuntamientos del Consorcio As Mariñas que han solicitado uno de los biocontenedores para convertir sus residuos orgánicos en compost. El ente comarcal proporciona los composteros de forma gratuita en su iniciativa para fomentar el aprovechamiento de residuos orgánicos.

“En casa somos cinco y generamos mucho residuo orgánico. Así que nos decidimos a aprovecharlo y después, en parte animados por mi suegro, que siempre ha tenido huerta, nos decidimos a plantar. El año pasado ya comimos nuestra cosecha y es un gusto”, asegura Otero. En su casa, van a parar al compostero todos los residuos orgánicos, salvo la carne y el pescado. “No sé cuál es la forma correcta, pero nosotros lo hacemos así. Nos ha funcionado bien y no da olor”, asegura este vecino. Señala que recibió unas instrucciones iniciales por parte del Consorcio, de las cuales recuerda y aplica lo básico, comenta. “Sé que hay que revolver el compost, pero no somos estrictos con echar cierto porcentaje de una cosa y de la otra”, explica.

Las niñas, con productos de la cosecha del año pasado.

En su casa, los niños participan también en las labores de reciclaje de materia orgánica e incluso de preparación de la tierra, con cometidos acordes a sus edades. “El pequeño más bien juega, claro, y la niña de siete años se aburre antes. La de nueve ya es ella un poco ecologista”, cuenta su padre. Con unas pequeñas palas de jardín o con la carretilla, los pequeños contribuyen a la cosecha de alimentos propios, cuenta Otero.

“Antes de plantar, el año pasado, abonamos la tierra con el compost que ya teníamos. No sé qué tal habría ido sin él, pero echamos todo lo que había en el compostero y la tierra funcionó bastante bien”, relata. Además de nutrir la tierra, el reciclaje de residuos orgánicos ha tenido un impacto notable en la basura que ahora va a parar de esa casa al contenedor. “Al echar casi toda la comida, hierba y alguna rama al compost, lo notamos en la basura que sacamos: prácticamente, es solo papel, envases y vidrio, y sobras de carne y pescado”, detalla.

Compostero, con restos de materia orgánica de la vivienda.

El plan de compostaje doméstico del Consorcio As Mariñas, además de la entrega gratuita de los composteros, incluye una visita a cada beneficiario de la brigada cívica del ente comarcal, que les guía en la instalación del biocontenedor. El Consorcio afirma que la inscripción continúa abierta para las personas interesadas en sumarse al programa, que deben hacerlo a través de la página web. El único requisito, apunta, es contar con un huerta o jardín de al menos unos 50 metros cuadrados para poder instalar el compostero. Incide en que también se ofrece la posibilidad de composteros comunitarios, de mayor tamaño, para colectivos como asociaciones, colegios o alguna pequeña urbanización. Por ahora, se han ubicado en los huertos urbanos y colegios de Culleredo.